“El proyecto de la Unión Bancaria tiene, potencialmente, un gran impacto positivo sobre el proceso de la Unión Económica y Monetaria, que con su concurso ganará en espesor y en profundidad”. Es la primera conclusión del informe “La Unión Bancaria, un proceso irreversible en marcha”, elaborado por el Centro del Sector Financiero de PwC e IE Business School, y presentado por Nadia Calviño, directora general adjunta de Regulación Financiera de la Comisión Europea, y José Manuel González Páramo, consejero ejecutivo del BBVA.
Este proceso “servirá idealmente de vacuna ante futuras crisis bancarias, limitando el efecto de contagio característico de los episodios de inestabilidad y minimizando su efecto para el bolsillo de los contribuyentes, que han asistido en los últimos tiempos con asombro a procesos de rescate de entidades europeas que han requerido masivas ayudas públicas”.
Y también contribuirá a una mejor transmisión de la política monetaria, y en particular la de tipos de interés, a la economía real, que en los últimos años “se ha visto afectada por distorsiones generadas por la fragmentación de los sistemas financieros, provocando situaciones discriminatorias en los circuitos de concesión de crédito”.
Pero el análisis de PwC y de IE Business School se centra en las repercusiones directas sobre las entidades financieras, que “tendrán que modificar su estrategia, sus recursos, su organización interna y hasta su modelo de negocio”. La Unión Bancaria “puede llegar a reordenar de manera profunda el mapa financiero europeo” a medio plazo.
A corto plazo está la evaluación exhaustiva de las principales entidades financieras europeas, que incluye tres pruebas distintas y consecutivas que se realizarán antes de noviembre. De esa evaluación saldrá una valoración global sobre el grado de solvencia de cada banco que puede llegar a requerir medidas de reposición de capital o de otro tipo para sanearlo.
Al mismo tiempo, las entidades tendrán que adaptarse a “un modelo de supervisión operativo, preventivo y estratégico, que se apoya más en la revisión del control interno, de la gobernanza y de la solvencia desde el punto de vista dinámico que en la revisión contable”. Este nuevo modelo exigirá “cambios sustanciales en la organización interna de la entidad, y en particular obligará a establecer un marco claro de apetito al riesgo”,
Los bancos deberán prestar la máxima atención a la planificación (y no solo al cumplimiento) de los criterios de capital y liquidez, que son los que van a determinar la comparación con el resto de las entidades europeas. Para ello, los bancos tendrán que desarrollar modelos complejos que incluyan objetivos de capital en distintos escenarios de riesgo.
Este proceso de adaptación demandará inversiones en recursos humanos y tecnológicos. “En el muy corto plazo, los bancos se enfrentan a un problema severo de escasez de profesionales cualificados. Las entidades no solo tienen que pelear entre sí para atraer talento en un mercado laboral desequilibrado, en el que la demanda supera claramente a la oferta. Además, compiten con las propias autoridades de vigilancia, que también necesitan ampliar y mejorar sus equipos”, señala el informe.
Estructura de pasivo
El orden de prelación de acreedores establecido en el rescate interno (‘bail-in’, en la jerga financiera), que se activará en 2016, es un factor condicionante clave en la estructura del pasivo de cada entidad y puede llegar a afectar a su composición y a su coste.
Todas las entidades deben elaborar planes de recuperación, revisables anualmente, para hacer frente a hipotéticas situaciones de emergencia. Esos planes obligan a detallar exhaustivamente su estructura interna, a precisar qué parte de sus negocios son prescindibles y a establecer un sistema de cortafuegos para el caso de que se produzca un deterioro significativo de su posición. Llegado el caso, el plan de recuperación serviría de guía al Mecanismo Único de Resolución, que dispondría de la información necesaria para acometer la reestructuración del banco de forma urgente y decisiva.
“A medio plazo es de esperar que se produzca un proceso de reestructuración y concentración en el sector bancario, sobre todo a través de fusiones y adquisiciones”, subraya el informe de PwC e IE Business School. Las entidades se plantearán integraciones o compras para elevar sus niveles de rentabilidad.
“En el largo plazo cabe pensar que la industria financiera europea se encamina hacia una gradual reducción de su tamaño y también de su influencia en el tejido económico”, insiste el estudio. “La crisis nos ha enseñado que el sector tiene exceso de capacidad, y la unificación de la supervisión espoleará a las entidades a ajustar sus balances y a reducir su exposición al riesgo para desarrollar modelos de negocio más seguros y sostenibles en el tiempo”, argumenta el informe
Esta reducción del tamaño de la industria financiera europea provocará un menor protagonismo de su actividad en la financiación de la economía.
Conclusión: “la Unión Bancaria cambiará la fisonomía de la industria financiera europea”. Y puede llegar a ser un motor de propulsión en el largo proceso de integración de la Unión Económica y Monetaria, formando parte de un proyecto más ambicioso de armonización para avanzar hacia la unión fiscal y política de Europa.
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