Edward Hugh: “El peso de la deuda será impagable”

04/03/2014

Luis M. del Amo. El economista británico sólo ve un camino para España. Ser la nueva Alemania o un nuevo Japón.

EdwardHugh_INT_‘The New York Times’ lo llama “el profeta del ‘crac’ del euro». Edward Hugh, economista británico, reputado por su saber sobre la economía española, defiende algunos de sus puntos de vista, como la necesidad de reformas o la poca credibilidad de la promesa de bajada de impuestos. A España, en su opinión, solo le resta un camino: ser una nueva Alemania, o convertirse en el nuevo Japón.

PREGUNTA.- Usted defiende que en este momento la única salida para los países del sur de Europa es una reducción sistemática de precios. Y eso implica una cierta deflación. Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE) ha dado muestras de inquietud ante la posibilidad de una caída profunda y prolongada de los precios. En su opinión, ¿cuál debería ser la política del BCE?

RESPUESTA.- El propósito del libro es argumentar que de hecho no hay “salida” para los países ni del sur de Europa ni para los que llamamos ‘core’ en el sentido clásico de esta palabra. Alemania por ejemplo es uno de los países económicamente más potentes del continente, y su crecimiento tendencial es sólo de alrededor de un 1% anual. Entonces hoy en día pensar en tasas de crecimiento de un 3% o 4% como en España antes de la crisis está fuera de lugar completamente. Más bien estamos hablando de tasas de entre un 1% y un 1,5%.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que con la población bajando y a la vez envejeciendo, imaginar que el consumo interno volverá a conducir la economía es otra idea que no tiene cabida en la realidad que vivimos. Igual que en Alemania –y por eso hablamos de España como la nueva Alemania- el peso pesado de la economía tendrá que ser el sector de las exportaciones. De ahí viene la idea de que hay que hacer una devaluación interna equivalente a la devaluación externa que ya ha hecho por ejemplo Japón para potenciar las exportaciones.

Cómo muy bien dices vivimos en un ambiente de insuficiencia estructural de la demanda en relación a la oferta que tiene un cariz deflacionista. La situación del BCE en esta situación es muy difícil porque ni en Japón las políticas monetariamente expansivas han conseguido frenar la deflación definitivamente. Por supuesto vamos a vivir en un entorno con tipos muy cerca de un 0% durante muchos años. Lo más probable es que el BCE, a lo mejor en la segunda mitad de este año, iniciará un programa de compra de activos parecido a lo que está haciendo el Banco Central de Japón.

P.- Los países del sur de Europa no tienen en su opinión otra salida que reducir precios, a fin de recuperar competitividad. En este sentido, ¿cree que ha caído en España lo suficiente el precio del factor trabajo? ¿Cuánto deberían caer los salarios, en su opinión?

R.- El problema que afronta la economía española es que de momento la mayor parte de la recuperación de la competitividad viene de la pérdida de puestos de trabajo. Hablemos claro, mientras el PIB ha bajado un 7%, el empleo ha bajado un 20%. Una mejora importante en la productividad. Entonces el problema para España es encontrar la demanda para poner a trabajar a los cinco millones de personas que ha quedado con esa subida de productividad fuera de la actividad económica. La carga de la crisis está muy mal distribuida y la propuesta del FMI va en el sentido de bajar salarios y precios a cambio de generar más puestos de trabajo.

 P.- En su libro ‘Adiós a la crisis’ (Deusto), Vd. recomienda abordar el problema de la deuda en Europa mediante la colaboración entre el sur y el resto de la UE. ¿De qué manera?

R.- Volvemos al tema de la deflación. Llevar a cabo una devaluación interna conduciría a España a un proceso deflacionista que tendría como consecuencia una subida en la carga de deuda. Una parte de esta deuda es externa. De hecho con un valor de alrededor de un 95% del PIB. O ahora o más tarde esa deuda será impagable dado el nuevo entorno. Una parte importante de esta deuda está en manos de los socios europeos y esos socios tienen que asumir su parte de responsabilidad y aceptar una reestructuración de esa deuda. Aquí pasa lo mismo que con el paro, la carga del peso de la crisis del euro ha caído sobre las espaldas de los socios del sur de forma poco equitativa.

 P.- En el caso particular de España, Vd. cree que el presidente Rajoy tendrá que incumplir su promesa de bajar los impuestos. También alerta Vd. de una pérdida de vigor en el programa reformista del Ejecutivo. En su opinión, ¿qué reformas faltan por acometer?

R.- No dudo de la sinceridad del presidente Rajoy en su deseo de bajar los impuestos, simplemente dudo del realismo de pensar que eso será posible. España tiene un fuerte compromiso con sus socios europeos para equilibrar su situación presupuestaria llegado el año 2018, compromiso que hará muy difícil bajar impuestos de forma no simbólica.

En lo que se refiere a reformas, ya hemos hablado de la devaluación interna como medida de proporcionar trabajo a los jóvenes y evitar que sigan saliendo fuera del país en números crecientes.

Quizás el paquete de reformas que hace más falta en estos momentos está relacionado con este problema. España ha hecho una reforma de las pensiones en toda regla. A partir del momento en que se agote el fondo de reserva se pagarán las pensiones en función exclusivamente de los ingresos. Si la fuerza laboral sigue bajando, esto virtualmente garantiza que las pensiones también tendrán que perder gradualmente su valor real. Entonces serán los mismos pensionistas y los pensionistas del futuro los que tendrán más interés en hacer cambios para que se dé la vuelta a esa situación.

 P.- Finalmente, respecto a la UE, ¿cree que será suficiente su nueva arquitectura institucional centrada en el control del sistema financiero? ¿Veremos pronto, en su opinión, un presupuesto federal en Europa? ¿Qué papel jugaría el Reino Unido en esa hipotética UE?

R.- Creo que la UE ha hecho muchos avances a base de esta crisis pero queda mucho trabajo por hacer. La unión bancaria es un gran avance pero hay que ver cómo funciona a la práctica en cada país y cómo el BCE lo hace para reducir la exposición de los bancos a la deuda soberana.

Por otra parte creo que la movilidad laboral es una cosa buena para Europa, pero hace falta un sistema de pensiones en común para que ese sueño pueda realizarse sin dañar a un socio u otro. Yo personalmente creo en la necesidad de una Europa federal pero el rumbo que ha tomado el sentimiento nacional en cada país me hace dudar que la vayamos a ver en un futuro muy cercano. El crecimiento del voto euroescéptico en el Reino Unido es precisamente uno de los factores que me preocupa más en ese sentido.

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