¿Una foto? Mejor un cuadro al óleo

02/02/2011

diarioabierto.es.

Quizás sea por la austeridad de los tiempos por lo que, finalmente, se optó por una solemne fotografía en Moncloa antes de por el fresco al óleo que sin duda merecía la ocasión. Sobre todo para el presidente Zapatero. No todos los días decide uno endurecer el sistema de pensiones y, además, contar con los líderes sindicales para firmar la capitulación ante los ávidos ojos de las cámaras. Incluso, puesto a ser comprensivo, se excusaría aceptar el mal menor en la negociación como botín de un acuerdo social en el que sólo se podía perder. Pero de eso a prestarse a una ceremonia del exhibicionismo que al menos a uno le sonroja distan esos miles de kilómetros que, como mínimo, separan el pragmatismo de un acto de sumisión retransmitido en directo.

Tanto Toxo como Méndez saben, o deberían, que han servido de atrezzo a quien, bajo el paraguas de la responsabilidad de estado, ha perpetrado las mayores tropelías contra los trabajadores jamás conocidas en democracia. Y aún así se han prestado a ese enjuague de imagen de quien, que se sepa, y es sólo un ejemplo pero no insignificante, se ha atrevido a recortar sueldos miserables y congelar pensiones más miserables aún sin restablecer un impuesto, como el de patrimonio, que sólo afecta a aquellos que más tienen ¿Por qué no se habló de eso? ¿Y si se habló por qué no se exigió un paso atrás? ¿O es que los cangrejos han de ser siempre los mismos?

¿Qué tipo de avance social es, por mucho que se adorne el envoltorio, que se restituya, con severas condiciones, una ayuda de 400 euros a los desempleados? El simple hecho de que un gobierno se haya atrevido a tanto, a ese acto de ruindad sin precedentes que fue suprimirla antes, ya hubiera merecido por sí mismo negar el pan, la sal y la rúbrica. Menos mal que, en sintonía con este buen rollo social imperante, ya se encargó la titular de Economía de negar de modo tajante que el Gobierno tuviera pensado mover un ápice las condiciones de las hipotecas. De tal modo se colige que le parece fenomenal que, cuando uno alcance las más altas cotas de la miseria, el banco no sólo le quite la casa si no que le despelleje en la plaza pública hasta ver si le queda un céntimo de euro en los costillares. Todo de lo más edificante.

Pues con estos gobernantes de esta sensibilidad insuperable, con los mismos que impusieron una reforma laboral con los despidos todo a cien que iba a ser la panacea universal como delata que, meses después, tengamos el doble de paro que Alemania con la mitad de población; con quienes ponen en tela de juicio el sistema público de pensiones pero no tienen reparo alguno en poner todo el dinero de todos que sea necesario para salvar a los bancos; con los mismos que se van a los EEUU a que les inviten a desayunar mientras se rinde cuentas a los culpables de la crisis de los recortes sociales que han generado para ver si les parece bien o hay que apretar las tuercas; con ellos es con quienes los sindicatos han posado para la posteridad. Y encima la foto no ha salido movida. Es decir, a todos se les reconoce.

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