3 meses en el desierto del Sahara. De Zagora a Jazmir

03/02/2011

diarioabierto.es.

Me duele ser llamado un espíritu artista, científicamente comprobado mis ojos no solo ven el sentido visual, miran con la emoción.

Mi curiosidad por saber lo que hay, por  sentir fuerte y vivir, me ha llevado a muchos km de casa e incluso a poder morir sin darle importancia, para mi simplemente sería dejar de sentir.

En mi mochila está la supervivencia, la vida cabe en una bolsa. Está claro que sea cual sea tu meta el cuerpo siempre tiene las mismas necesidades

La actitud, la emoción, la imaginación me influyen para irme inconscientemente o lo que es lo mismo emocionalmente, a vivir 3 meses al Desierto del Sahara. No me transporto allí, voy a vivir. Mi cerebro solo tiene un objetivo, la supervivencia a toda consta pero tanto en la ciudad como en una situación extrema de vivir.

Tras un viaje normal, empieza a mi llegada al Atlas una búsqueda. Mi valentía se acrecienta puesto que estoy sola y la decisión es mía. En este momento ser impulsiva me ayuda a tomar decisiones. Busco verdura fresca que no pese, aun siendo vegetariana mi cerebro me dice que compre algo de carne seca y salada. La cantimplora llena de agua limpia, la última que tomare durante meses cristalina.

Me encamino hacia un corral de camellos. Allí están 2 Bereberes que sin mirarme a los ojos ya son recelosos de mí, dado mi aspecto celta se separan incluso más de mí. Sonrío sin mirarles a los ojos y bajo la cabeza como señal de sumisión. Intuyo que les ha gustado mi gesto, pasa el tiempo…uno de ellos me da un cordel, mi mano en una punta y un camello atado a la otra, mirándole a los ojos sé que es un buen animal.

Sin dirigirme sentido alguno por su parte, empiezo a imitar todo lo que hacen los Bereberes, pero  sigo sin existir. Sin darme casi cuenta mi camello está cargado y preparado para ser mi compañero durante 3 meses. Casi de inmediato a una orden de Mohamed (hombre en bereber), mi compañero se tumba para que yo pueda subir y darme así su bienvenida, sor prendida una mano lejana me invita a ello.

Empieza mi entrada a un mundo desconocido, sin poder comunicarme nada más que conmigo misma. Tener a dos hombres azules delante me tranquiliza. El silencio del desierto es doloroso y como me enseñaron los monjes budistas en Bután se pueden sacar sonidos de dentro de los órganos, empecé a experimentar con mi camello y sé que no solo él me escucha sino también los dos hombres  sin darse la vuelta.

El día a día del desierto y supongo su sorpresa de mi fortaleza…consiguieron que por fin me mirasen de vez en cuando, me ofrecieron mantas y me enseñaron a poder vivir mejor en un mundo donde al anochecer  la silla de montar y tus botas te salven la vida evitando la picadura del escorpión . Acomodada en la arena y teniendo el mejor techo para poder dormir, me quedaba tiempo mirando esa maravilla que el mundo me regalo…mi techo, mi casa…una cúpula de estrellas de 180º me envolvía y me daba calor a 10grados bajo cero.

Una paz y una calma me invaden durante todo el día. Como mis hombres azules yo también empecé a tener movimientos lentos…ellos no tienen reloj pero tienen tiempo. Empecé a ver más las palmas de sus manos como símbolo de ofrecimiento. Con una cobardía oculta por mi curiosidad y ganas de saber, al caer la noche señale una estrella sin mirarles a los ojos, vi cómo sin levantar la vista del fuego me dijo uno de ellos: ITRAM (estrellas), volví abajar la cabeza sonriendo agradecida y pensando en que por hoy ya era suficiente me quede mirando ITRAM en silencio..

Mi sentido de la vista y el oído se agudizaba a medida que pasaban los días. Sin hablarles pero con rostros relajados y felices pasábamos el día .Al llegar la noche  ayude con todo mi esmero a agrupar el rebaño de cabras y  una vez amontonada mi montaña de arena para dormir, Mohamed se acercó a mí y con las manos mirando al cielo me dijo con una sonrisa: SAJÁ (gracias).Poco a poco fui aprendiendo palabras con una humildad nada costosa. Yo seguía sonriendo sin esperar respuesta alguna, pero ese día llegó…y con un dedo apunto a las estrellas diciendo ITRAM, seguido me apunto a mí y me dijo: HABIBI y me pinto un corazón en la arena. Era “la niña amor”

Ya con nuestras almas conectadas pero con el respeto que manda ser bereber, los 3 duros meses se me hicieron 3 días.

Pasion, emoción y sentimiento…para comprenderme tuve que aprender a controlarlos.La emoción positiva fue tan fuerte que reprimió lo peor, que lo recuerdo leve. Ahora puedo decir que las emociones pertenecen al cuerpo y los sentimientos a la mente.

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7 pensamientos en “3 meses en el desierto del Sahara. De Zagora a Jazmir

  1. Myri, no has pensado hacer un pequeño libro con todos estos «artículos – sentimientos» tuyos.
    me dices que yo estoy en «otro nivel» pero el que me gusta es el tuyo.
    Me hace gracia que digas «me duele ser llamado espíritu artísta»… yo odio esa expresión, de hecho la acabo de oir hace poco… que buscan «expresión artístisca», seguramente no he terminado de entender que lo que se busca actualmente eso, no que mediante algún tipo de expresión, ya sea pintura, fotografía…. expreses lo que sientes y como te sientes o simplemente lo que quieres expresar en ese momento… pero es lo que tenemos. Enhorabuena por el artículo

  2. Querida Myriam!!! Increíble experiencia, maravilloso relato!!!! Me transporta a mi niñez en el Sahara. Muchos besos y abrazos

  3. Después de leer tu artículo, me salta una duda,sabía que pintabas muy bien, pero ahora no se,que haces mejor.
    Es una experiencia única y muy gratificante,como ser humano.
    Cada día me sorprendes más.
    Enhorabuena.

  4. no soy la única que piensa que estos micro-relatos juntos ilustrados con tus pinturas, sería un maravilloso libro de placeres.

  5. Myriam también sabes pintar con palabras!!!! Qué experiencia… El Sahara está lleno de recuerdos de españoles, mis padres y mis hermanas vivieron allí dos años, yo misma estuve a punto de nacer en el Aaiún…Como me hubiera gustado hacer un viaje así. Qué suerte que tú me lo cuentes… besos

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