Hoy, varios emprendedores de Navarra han relanzado la firma, que sigue endulzando paladares por toda la geografía nacional.
Imagine un dulce, artesano, que se sigue haciendo en la actualidad como se hacía 140 años atrás. Con el mismo mimo, sin prisa. Incluso, uno de sus ingredientes, las avellanas, se sigue pelando a mano, gracias a una redecilla que hace salir todas las pieles del fruto. ¿A que parece mentira? Pues no lo es: cuatro emprendedores navarros han evitado que una marca centenaria cerrase sus puertas. Nos referimos a Hacienda Salinas, cuyo dulce más conocido, en Navarra pero también en el resto de España, son las mantecadas.
La firma, fundada nada más y nada menos que en 1870, estaba abocada al cierre porque el descendiente del primer fundador, Paulino Salinas, se jubilaba y ninguno de sus familiares había querido retomar el negocio.
Atrás quedaban los años de trabajo de Salinas, el fundador, que emigró de su pueblo para montar un negocio en Tudela: una fábrica de dulces y mantecadas, postres que la familia, a lo largo de seis generaciones, siguió elaborando. Hasta que llegó la hora de jubilarse del último Salinas que trabajaba en el obrador. ¿Ahí se acababa todo?
Pero entonces en el camino se cruzó Pedro Mecoleta, consultor, que ahora combina esta consultoría con ser empresario y pastelero… ¿Quién da más? “Paulino nos ofreció la marca y le dijimos que sí. Hemos seguido con la receta ancestral de los dulces (manteca de cerdo ibérico, avellanas y harina de productores navarros) y además, hemos innovado con otros productos como las cookies de distintos sabores”, comenta.
Lo que más éxito tiene, sin duda, siguen siendo las mantecadas: y no es de extrañar, si consideramos su proceso de elaboración. El dulce es tan sumamente delicado (de hecho no exportan, solo venden en territorio nacional, porque su consistencia es muy frágil) que las mantecadas deben ser introducidas, una a una, en las cajitas. No añaden conservantes ni colorantes. ¿Cuánto tardan en fabricarlas? Tres días, de ahí que su sabor sea tan exquisito.
Pedro también ha respetado el packaging original: y es que si el interior es todo dulzura que se deshace en la boca, la caja es casi de coleccionismo.
La compañía cuenta con los sellos de calidad “Artesanos de Navarra” y “Reyno Gourmet”.
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