Aunque esperado por gran parte del mercado, el paquete de medidas anunciada por Mario Draghi el pasado jueves no deja de ser impactante, sobre todo si tenemos en cuenta la trayectoria del Banco Central Europeo desde su creación y lo limitado de su mandato.
Anunciado el mismo día que se conmemoraba el desembarco aliado en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, la acción del BCE podríamos también llamarla el desembarco de Draghi con un mini Plan Marshall en la mochila que tiene como objetivo reflotar la economía de la eurozona, en algunos casos devastada tanto como si hubieran sufrido los efectos de una tercera Guerra Mundial.
Sin que se pueda comparar en atrevimiento y agresividad a las medidas implantadas por la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco de Japón, ni tampoco a las del Banco de Inglaterra, el supervisor bancario de la zona monetaria euro ha dado un paso gigantesco en su operativa en lo que ya podríamos calificar de un cambio de paradigma de la política monetaria europea.
Este gran cambio se fundamenta paradójicamente en una medida no tomada y en otra cuyo efecto será marginal en la economía.
Me refiero al anuncio que los trabajos para realizar compras de ABS (titulizaciones de préstamos) están muy avanzados y la imposición de tipos negativos en la denominada facilidad de depósitos para los bancos.
La primera va encaminada a facilitar los créditos a pequeñas y medianas empresas que una vez empaquetados en titulizaciones por parte de los bancos que concedan estos préstamos podrían ser compradas directamente por el Banco Central Europeo cuando los estimara necesario.
Esto es lo más parecido a las tan criticadas políticas de QE o expansión cualitativa llevadas a cabo por la Reserva Federal con la diferencia que el regulador norteamericano lo que compró en su mayoría fue deuda soberana estadounidense. Aquí el señor Draghi, buen conocedor de los ABS, recordemos que viene del banco de inversiones Goldman Sachs, ha conseguido convencer al consejo del BCE ( misión imposible) que mediante la compra de este tipo de activos , todavía satanizados por muchos, se podrá solucionar la fisura que supone la fragmentación del mercado crediticio en la zona euro. Sin ninguna duda un paso adelante que supone un cambio cualitativo en el banco central.
La segunda medida es cobrarle a los bancos que dejen dinero inactivo en las cuentas del BCE.
A pesar que estas cantidades han decrecido de manera muy considerable desde el pico más alto de la crisis, todavía siguen manteniendo saldos medios de alrededor de 20 mil millones de euros. Evidentemente, las entidades de crédito se van a pensar si merece la pena pagarle al BCE porque les guarde el dinero y los saldos se reducirán. Este dinero que salga de las arcas del BCE dado su carácter conservador no va a ir a parar a incrementar los activos de crédito de los bancos, pero una parte de ellos se convertirá en otras divisas en donde no existe esa tasa negativa. La consecuencia debería ser una pérdida de valor de la moneda única, efecto también deseado por el Banco Central. La devaluación del euro por esta medida tampoco será de gran envergadura. Existen precedentes europeos de esta misma acción en Dinamarca y en Suecia con efectos dispares, aunque en un principio se produjeron caídas de las divisas en torno al 5%.
Y por último la más efectiva de todas las medidas es la implementación de préstamos a largo plazo al sistema financiero a tipos de interés fijo y con un condicionado que va dirigido a que se incrementen los préstamos a las PYMES. Es una variedad de lo que hemos conocido por sus siglas en inglés LTROs. Esta vez le han puesto una T delante TLTROs de “ targeted” que significa orientadas. Orientadas al préstamo corporativo,
El BCE condiciona el importe por que los bancos podrán acudir a este dinero barato 0.25% y a largo plazo, hasta cuatro años, al volumen de créditos concedidos. Evidentemente, supone un avance y en mi opinión elimina parte de los obstáculos que en la actualidad pueden tener algunas entidades para prestar a las empresas.
En definitiva, la acción del BCE puede calificarse de muy positiva para el desbloqueo de los circuitos de créditos y con ello para estimular el crecimiento de la zona euro. Son medidas imprescindibles aunque no suficientes. Ahora les toca a los políticos, los gobiernos de cada país y la Comisión Europea que deben trabajar en la misma dirección y no en la contraria como desafortunadamente lo hicieron en el pasado.
Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB
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