El colesterol, la diabetes, la obesidad y el tabaquismo son factores de riesgo para sufrir una arteriosclerosis. Joaquín Ruiz de Castroviejo, doctor en Medicina y Cirugía y cardiólogo del Hospital Universitario Reina Sofía y de la clínica Sanitas Millenium en Córdoba, considera a la diabetes “la enfermedad del siglo XXI”. Y destaca que las enfermedades cardiovasculares son “la primera causa de muerte en el mundo desarrollado”.

Esto se debe a factores genéticos pero también a los malos hábitos alimenticios, con elevada ingesta calórica, mucha grasa saturada, exceso de colesterol, fruto del exceso en el consumo de productos animales. Y de la escasez de consumo de productos vegetales, que hace que se reciba escasa fibra y pocos antioxidantes. Ya lo escribía el pensador y médico cordobés Maimónides (1138-1204): “La mayoría de las enfermedades que sufre el hombre son consecuencia de una alimentación deficiente o desmesurada”.
Ruiz de Castroviejo participa en una campaña de promoción del aceite de oliva basada en sus beneficios ante problemas cardiovasculares y los generados por la oxidación de células. “Aceites de Oliva. Toda una experiencia”, impulsada por la Unión Europea, el Ministerio de Agricultura y la empresa Aceites de Oliva de España, se centra en que este producto es la base fundamental de una alimentación equilibrada.
El doctor explica que la sustitución de grasas saturadas por insaturadas en la dieta contribuye a mantener niveles normales de colesterol. Recuerda que el ácido oleico es una grasa insaturada y que es el componente fundamental (entre el 55% y el 83%) de los aceites de oliva.
Los polifenoles presentes en el aceite de oliva son extraordinarios antioxidantes que queman los radicales libres que causan la oxidación de las arterias y que está detrás de los problemas cardiovasculares. Los polifenoles, de los que se conocen unos 800, están también en los arándanos, las fresas, las moras, las nueces y las almendras.
Pero la gran estrella es el aceite de oliva virgen, el único de origen vegetal que se puede consumir directamente crudo. Su valor calórico es de 9 kilocalorías por gramo, la misma proporción que cualquier grasa. Aporta vitamina E, beta-carotenos, fenoles y ácido oleico.
Los polifenoles del aceite de oliva contribuyen a la protección de la sangre frente al daño oxidativo provocado por el colesterol en las arterias. Los efectos benéficos se logran a partir de una dosis diaria de 20 gramos. La variedad más extendida en el mundo, la picual, contiene más de 9 miligramos de polifenoles por cada 20 gramos.
La vitamina E (la picual tiene unos 30 miligramos por cada 100 mililitros) contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo.

Lecciones de la Historia

En el Oriente Medio de la Edad del Cobre (4.000 años antes de Cristo), la medicina se basaba en el aceite de oliva. En Babilonia, el médico era llamado “asu”, que se puede traducir como “el conocedor de los aceites”.
En la mitología griega, la diosa Atena entrega el olivo a los ciudadanos de Atenas para que les sirviera de bálsamo para las heridas, alimento y luz para sus lámparas.
En 1938, Lelland Allbaugh descubre que la extraordinaria longevidad de los habitantes de Creta se basa en la costumbre de beber en ayunas un vasito de aceite de oliva. Otras investigaciones demuestran que la incidencia de enfermedades coronarias es menor en las zonas que siguen la dieta mediterránea, donde domina el aceite de oliva, que en las que conumen profusamente mantequilla.
El 1 de noviembre de 2004 la FDA, la agencia norteamericana de medicamentos, reconoce el acierto de la afirmación de que el aceite de oliva puede reducir el riesgo de padecer enfermedades coronarias.
El doctor Ruiz de Castroviejo añade que los componentes del aceite de oliva protegen a la víctima de un infarto o de una angina de pecho ante nuevos problemas cardiovasculares.