Un mal broche para un día raro en el mercado. Si en Europa la sesión fue extraña, la del mercado americano no fue mucho mejor, con la variedad de que en este caso los índices terminaron todos a la baja. No mucho, la verdad, pero a la baja y con una apatía bastante importante.

De nada sirvió que el dato de ventas minoristas encadenara su sexta subida mensual consecutiva, porque los expertos subrayaron que sí, sube, pero con menos fuerza. Ni que el Nyse y el Euronext anunciaran su fusión para crear un gigante mundial de los mercados bursátiles. Cuando el sentimiento se pone «pasota» no hay nada que hacer y parece que los inversores han dejado las alegrías pra mejores tiempos.

Conste que no quiero decir con esto que esos mejores tiempos vayan a tardar necesariamente en llegar, que pueden llegar mañana mismo, pero la sensación de ayer era de brazos caídos, como si nadie quisiera apretar el ritmo, como dejando al mercado bajo el peso de su propia inercia. De todas formas, créanme que es sano que corrija un poco, incluso más de lo que ha hecho hoy, porque todo impulso necesita un respiro. El problema es que el mercado nos tiene últimamente muy mal acostumbrados encadenando subida tras subida y con recortes mínimos.

Al cierre, los índices tampoco habían caido tanto. Ya les digo que lo peor fue la impresión general. El Dow Jones bajó un 0,34%, el S&P 500 un 0,32% y el Nasdaq Composite un 0,46%. Tampoco es para tanto.