A Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, más de medio siglo dedicado a la banca, el corazón le ha hecho la peor faena. Bisnieto, nieto, sobrino, hijo, hermano y padre de banqueros, entró en el Banco Santander, conocido como ‘el bancuco’, a los 24 años. Y fallece 56 años después dejando al Santander, entonces un pequeño banco regional, como el más grande de la zona euro y entre los diez mayores del mundo. De Altamira al cielo como límite, puede ser el epitafio de este banquero de raza, nació en Santander el 1 de octubre de 1934 (ese mismo año, su padre fue nombrado director general del banco).

En esos 56 años, Botín ha llevado al Santander prácticamente a todo el mundo. Estados Unidos, con el Sovereign; México, con la adquisición de Serfin; Reino Unido, con la pionera alianza con el Royal Bank of Scotland (ahora nacionalizado) y luego con la compra del Abbey y de otras entidades; Italia, con la rápida venta, con jugosísimas plusvalías, de la Banca Antonveneta nada más adquirirla dentro del paquete de ABN; Países Bajos, con la adquisición a tres bandas (con Royal y Fortis) de ABN, posiblemente la operación más osada del presidente del Santander (curiosamente, la entidad española es el único banco implicado en la compra que se mantiene independiente); Brasil, con Banespa; Alemania, con CCBank, base de lo que ahora es Santander Consumer; Polonia, con Banco Zachodni. Y así una larguísima lista de operaciones, algunas de ellas de quitarse el sombrero por su audacia y por los resultados obtenidos.
Cuando Botín llega a la presidencia del Santander en 1986, la entidad era de las más pequeñas de los entonces siete grandes (Central, Banesto, Hispano. Bilbao, Vizcaya, Popular). Después de 28 años, el Santander se ha ‘merendado’ a tres de ellos (Central, Hispano, Banesto) y mantiene su liderazgo en España sin haber realizado adquisiciones durante la crisis, como sí han hecho sus rivales BBVA, CaixaBank, Sabadell y Popular.
Botín se ganó el respeto (y el miedo) de todos sus colegas con dos operaciones osadas. La primera fue el lanzamiento, en 1989, apenas tres años en la presidencia, de las supercuentas: cuando nadie pagaba un duro por los depósitos de los clientes, el Santander ofrecía el 11%. La segunda fue ganar 25 de abril de 1994 la subasta por Banesto, intervenido por el Banco de España el 28 de diciembre de 1993 tras la nefasta gestión de Mario Conde.
La entronización de Botín como mayor banquero de España se produce el 15 de enero de 1999, con la fusión (en realidad, una absorción en toda regla) con el Banco Central Hispano. Dos semanas antes, el euro se había hecho realidad en el viejo continente.
Mientras ha aprovechado la crisis para incrementar la internacionalización sin olvidar las operaciones internas (Santander absorbió Banesto y Banif), Botín se lleva a la tumba el motivo de no haber realizado ninguna adquisición de entidades en dificultades en España.
Botín logró sacudirse el caso de las cesiones de crédito (la Audiencia Nacional lo archivó en noviembre de 2006), y el de las millonarias jubilaciones a directivos procedentes del Central Hispano (fue absuelto por el Supremo en 2006), también el del dinero depositado por su padre en Suiza por la Guerra Civil. Pero no pudo impedir que el juego sucio del exconsejero de Banesto, Rafael Pérez Escolar (ya fallecido), y sus secuaces, terminara con la condena (posteriormente, fue indultado por el Gobierno de Zapatero) de Alfredo Sáenz, el hombre que reflotó Banesto y que fue el vicepresidente segundo y consejero delegado de Botín en los años más gloriosos de la entidad.

La transición

El sucesor de Sáez, Javier Marín, es el encargado de pilotar la transición de la etapa postBotín. El banquero santanderino, casado con Paloma O’Shea, tiene seis hijos, de los que tres están en el sector financiero: Ana Patricia, primera ejecutiva del Santander en el Reino Unido y ex presidenta de Banesto, consejera del banco desde 1989; Emilio, dedicado a la gestión de fondos y que abandonó hace años el consejo de administración del banco; y Francisco Javier, protagonista de numerosas operaciones a través de su firma JB Capital Markets, y que está en el consejo del Santander desde el año 2004.
El consejero delegado del Santander ha enviado una carta a todos los trabajadores del grupo en la que deja claro que «todos nos sentimos orgullos de haber trabajado y aprendido con nuestro presidente y nos sentimos comprometidos para continuar su labor». Destaca que el fallecido ha sido «protagonista» de un proceso de transformación «inédito» en la banca internacional, que ha llevado al Santander a ser «el primer banco de la eurozona y uno de los primeros del mundo».

Un genio del patrocinio y del mecenazgo

Botín no sólo ha demostrado ser un banquero de raza. También se destapó como un genio del patrocinio, con operaciones tan sonadas como Fernando Alonso, MacLaren o Ferrari, en la Fórmula 1, o la Copa Libertadores de fútbol en América Latina, que multiplicaron el conocimiento de la marca Santander por todo el mundo.
Pero posiblemente su mejor herencia sea Universia, que se centra en la formación de las personas mediante la interconexión de centros universitarios de todo el mundo. El presidente del Banco Santander se ha ido sin ver terminada su gran obra en la ciudad que le vio nacer: el Centro Botín.
El mismo día en que falleció, Botín iba a presidir la presentación del cuadro «La educación de la Virgen», de Velázquez, en la Ciudad Financiera Santander de Boadilla en Madrid, otra de las grandes aportaciones del fallecido banquero. La obra, realizada en 1617 por Velázquez, fue descubierta en el 2010 en los almacenes de la Universidad de Yale en Estados Unidos en muy mal estado de conservación. El Santander financió su restauración, que ha durado tres años. Es casi el testamento que deja Botín como mecenas.