Jordi Hereu se impuso en las primarias del Barcelona al vencer en unas primarias en las que sólo votaron el 33% de los doce mil militantes y simpatizantes socialistas, de los cuales el sesenta por ciento se decantaron por el actual alcalde.

Hereu no era el candidato de la dirección del PSC. Ayer mismo el primer secretario de la federación de Barcelona, Cares Martí, reveló que el propio Montilla reclamó a Hereu que no optara por la reelección. Es evidente que el interpelado no le hizo caso pero es consciente del malestar que ha provocado su decisión de aferrarse en el cargo. Por ello no es de extrañar que nada más conocerse el resultado reclamara “a la dirección del partido y a nuestros seguidores que todos vayamos a una, necesitamos la fuerza de la unidad”. Anunció que en su candidatura integrará “todos los puntos de vista”. Sin embargo todo indica que Hereu es demasiado conocido como para que sus propuestas tengan credibilidad en la calle y pocos –si es que hay alguno- en el partido confían en mantener la alcaldía de Barcelona y muchos se contentarían con salvar los muebles.

Desde la dirección del PSC a su secretario de organización, José Zaragoza dio la cara para asegurar en público que tras las primarias “hoy el PSC es más fuerte” y no tuvo reparos en afirmar que este proceso “ha puesto nervioso a CiU, que se ha pasado todo el fin de semana criticando al PSC”. Parece que son cosas que se han de decir, cuando las diferentes familias del partido están lanzando a la arena política a sus candidatos para luchar por la dirección en el congreso del próximo otoño y parecen más interesados en su futuro a medio plazo que en las ya cercanas elecciones municipales.

Todo hace prever que no sólo perderán la ciudad de Barcelona (llevan 33 años gobernándola) sino que incluso pueden perder las diputaciones, y con ello gran parte de su poder territorial. Todas las encuestas apuntan que Hereu no tiene el favor de los barceloneses y que su candidatura puede tener registros peores que los obtenidos por Montilla en las recientes autonómicas. Por ello muchos han interpretado que estas primarias no han sido otra cosa que un pulso entre la dirección del partido y su federación en Barcelona.

El partido vive sus horas más bajas, el calendario electoral no le favorece y las recuperaciones milagrosas –en política- no suelen ser habituales. No es de extrañar que el diputado de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, calificara de “quirigay” la situación interna de sus rivales y refiriéndose a la alcaldía de Barcelona señaló que “en los últimos años el mundo ha cambiado mucho y lo único que no ha cambiado es el gobierno agotado de Barcelona”. También Xavier Trias –el candidato convergente- dijo que no se alegraba de la victoria de Hereu al que considera un rival más débil que Montserrat Tura, lo que sí aseguró es que “no cree que el show de las primarias cambien las tendencias que marcan las encuestas. Acto seguido aceptó la invitación de Hereu de realizar un cara a cara electoral.