Silencio, se gobierna

23/02/2011

diarioabierto.es.

Uno sabía que no pocas veces el silencio no es sólo virtud sino el mejor antídoto contra la estulticia. Sin embargo elevar el mutismo a la categoría de piedra angular del futuro de los políticos se antoja un exceso preocupante. Nada raro, por otra parte, en un país en el que un ufano presidente del Congreso y una faltona ex ministra, entre cruces de artillería de ‘fascistas’ y ‘tontitos’, arman un jaleo parlamentario que deja a la altura de unos ejercicios espirituales a un recreo de segundo de la ESO. Venía a cuento esa exaltación de la privación verbal porque, al parecer, Carme Chacón, al igual que Teruel, existe. De lo último se tenían más pruebas, pero de lo primero se dudaba de que no fuese un avatar quien ocupase su sillón en el Consejo de Ministros.

Acaso haya sido esa especie de ducha escocesa mediática con la que se ha tratado la figura de la ex titular de Vivienda y ahora de Defensa la causante de este desconcierto. En su calidad de primera mujer que ocupaba esta cartera, en su condición de embarazada, en su papel de política catalana o de joven promesa del socialismo, a Chacón sólo le faltó salir en algún póster, tipo Superpop pero en versión institucional, para tenerla hasta en la sopa.

De repente un día, igual que los calcetines blancos de tenis arrebujados en los zapatos, dejó de estar de moda. Así, sin llegar a las cotas de su colega Garmendia, que aún debe de ser ministra aunque ni ella misma lo sepa, doña Carme pasó de puntillas por cualquier tema ya fuese escabroso o medio pensionista. Se aficionó al Pasapalabra político y no se le conoce opinión sobre crisis, pensiones, Haití, Alakrana, etc. Para hacerse una idea de su discreción, ni siquiera ha elogiado en fechas recientes a Guardiola. Imperdonable.

Y todo esto que acaso pueda parecer ausencia de criterio es, por lo visto, todo lo contrario. Una maniobra sutil y altamente ingeniosa para que, llegado el caso, pueda optar a sustituir a Zapatero sin que nadie le pueda reprochar haber roto un plato. Es decir que, vuelta al origen, aquí la mayor virtud que se le puede pedir a un aspirante a presidenta o a presidente es que no diga nada por si acaso se le entiende. En vez de exponer las causas y buscar soluciones a los problemas sentarse a esperar que escampe y luego ya veremos si nos ponemos gabardina o pamela. La escuela Mariano ya tiene discípula.

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