Un 58% de los parados actuales sufrirá dificultades casi insalvables a la hora de conseguir un empleo. Así lo afirman desde la Fundación de Economía Aplicada, Fedea, en un estudio sobre la polarización del empleo. Un proceso acelerado por la crisis y que consiste en la tendencia del mercado de trabajo a concentrar sus ofertas en los dos extremos, los más y los menos cualificados.

Más de 3,5 millones de personas se consideran parados estructurales, según un informe publicado este lunes por Fedea. Esto se traduce en que este contingente de personas sufrirá importantes dificultades a la hora de incorporarse al mercado de trabajo, incluso cuando la actividad económica se recupere. En cambio, el resto irá reincorporándose a medida que la actividad económica vaya recuperándose, afirman.

El motivo principal de la difícil reinserción laboral de estas personas es la falta de adecuación entre sus conocimientos y las necesidades del mercado de trabajo. El salto tecnológico ha producido una evolución espectacular en los conocimientos que se precisan hoy para trabajar.

Sin embargo, no solo se precisarán trabajadores muy cualificados. Muchos puestos de trabajo han sido sustituidos al menos parcialmente por máquinas, los llamados rutinarios. Otros en cambio son cada vez más demandados.

Entre los más solicitados figuran por una lado tanto empleos cualificados, como aquellos poco cualificados pero ligados a la atención personalizada, y en consecuencia difícilmente sustituibles por máquinas.

Este proceso de polarización de empleo libra por un lado a los trabajadores que emplean las mayores capacidades cognitivas, como a aquellos otros que pese a su menor cualificación, desempeñan una tarea que no puede ser realizada por máquinas. Y condena a aquellos encargados de las tareas rutinarias que sí pueden realizar las máquinas.

Polarización de la ocupación

Este fenómeno de la polarización del empleo se observa en España entre 1997 y 2012, al igual que en otros países. Durante estos años las ocupaciones de técnicos y profesionales, altamente cualificadas, y las relacionadas con servicios personales, poco cualificadas, han crecido en importancia, mientras que aquellas relacionadas con actividades rutinarias, tanto del sector servicios como del sector industrial, han perdido peso en el empleo total.

Este proceso se ha acelerado durante los años de crisis económica, al igual que en los países de nuestro entorno. Sin embargo, la crisis ha podido servir para acelerar la apuesta por estas ocupaciones en detrimento de las que estaban en declive.

El declive de aquellos puestos de trabajo que han sido sustituidos por los avances tecnológicos ha afectados mucho más a los hombres que a las mujeres, posiblemente debido a la concentración masculina en dichos puestos, afirman.

También se observa cierta movilidad ocupacional de los trabajadores jóvenes hacia puestos de trabajo más cualificados, mientras que dicha movilidad no se observa para los más adultos, que posiblemente no tienen acceso a estos puestos de trabajo por su escasa cualificación.