El presidente del Gobierno ha recomendado dos medicamentos contra ébola: “atención y tranquilidad”. En su respuesta al socialista Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso del miércoles (san Thais en el santoral), dijo que a las 48 horas del contagio de la enfermera Teresa que atendió a los misioneros Miguel Pajares y Manuel García, repatriados de Liberia y fallecidos en el hospital La Paz-Carlos III de Madrid, ya se ha creado una comisión de seguimiento, se ha cursado instrucción de “dar toda la información que se pueda dar”, de “vigilar los contactos” e investigar lo ocurrido. Como se sabe, la enfermera se fue de vacaciones el 26 de septiembre, acudió al hospital de Alcorcón con fiebre el 30 de septiembre y no le hicieron las pruebas del ébola hasta el lunes, 6 de octubre. Mariano Rajoy pidió que “dejen trabajar a los profesionales”, como si alguien estuviera obstaculizando su labor.
Ni Rajoy ni sus adláteres pueden tener queja de la posición moderada y constructiva de Sánchez. El líder del PSOE manifestó su deseo de que la enfermera contagiada se recupere, su respaldo a los profesionales de la Sanidad Pública que han de cumplir sus funciones en unas circunstancias cada vez más precarias a causa de los recortes, y expresó una exigencia similar a la del resto de los ciudadanos de que las autoridades no oculten información sobre el control de la infección y el riesgo de que se extienda. Su portavoz en la Comisión de Sanidad, José Martínez Olmos, se quejó de que la ministra de Sanidad, Ana Mato, cuestionada en la calle y en su propio partido, ni siquiera haya dedicado unos minutos a informar a los representantes de las distintas fuerzas políticas sobre una emergencia sanitaria de alcance interno e internacional. También la socialista Sofía Herranz quiso saber si los ciudadanos pueden confiar en la ministra. Y ella contestó que “pueden confiar en los excelentes profesionales”, recordó que tenemos “uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo” y prometió reiteradamente “transparencia” e información. “Daremos información todo los días a diario”, dijo.
Así quedaron las cosas y llegó el pasa-palabra a Rosa Díez, quien interpeló al ministro de Economía, Luis de Guindos, sobre las tarjetas negras de Caja Madrid. “¿Quién hizo ese diseño para que fueran opacas a Hacienda?”, le preguntó después de denunciar la “corrupción parasitaria de partidos y sindicatos” en las Cajas de Ahorros y de exigir que devuelvan el dinero, no a las entidades, sino a la cuenta del juzgado. “Que paguen penal, política y patrimonialmente”, clamó. Además reprochó a Guindos que los letrados del Frob (Banco de España) hayan actuado hasta ahora “de parte de los denunciados” y no como denunciantes. Guindos le contestó que el Frob remitió en menos de una semana el caso de las “tarjetas black” a la Fiscalía y que “el análisis forense” sigue su curso. “Ya se han enviado a la justicia 19 operaciones sospechosas y está en fase avanzada el informe forense sobre Cataluña Caixa y Caixa Galicia”, dijo como un aplomo tan aleado del pasteleo con los prebostes de su partido que cualquiera que lo viese diría que ha renunciado a la habitual política nicomédica (por detrás).
Previamente Rajoy había evitado pronunciarse sobre la consulta del Gobierno de Canarias a los ciudadanos acerca de los sondeos petrolíferos. El presidente se limitó a contestar al diputado Pedro Quevedo que no hagan demagogia, que “ningún país renuncia a explorar sus recursos y nosotros pagamos 100 millones de euros al día por el gas y el petróleo”. También, ante las quejas del portavoz accidental de CiU –ya solo de Convergencia, por la división de hecho de la coalición catalana–, Pere Macías, sobre el descenso en la inversión pública en Cataluña, el presidente dijo que “es la cuarta comunidad autónoma en inversión del Estado, tras Andalucía, Castilla y León y Galicia, donde se está haciendo el Ave”. Macías sustituyó el “España nos roba” por el “nos maltrata” con un descenso del 15 al 9,5% de la inversión pública, el porcentaje más bajo de los últimos 17 años. A lo que Rajoy le contestó que ha transferido 40.000 millones a Cataluña desde que gobierna para financiar la deuda pública y pagar a los proveedores. Podía haber dicho como aquel alcalde de Barcelona: se hace lo que se debe y se debe lo que se hace, pues en eso están de acuerdo. Y por eso, sin quitar mérito al hecho de ser el primer país de Europa en contagio de ébola, ya somos el tercero del mundo en porcentaje de deuda pública sobre el PIB, tarjetas negras incluidas.
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