La entrada a la gala de entrega de estatuillas comienza cuatro horas antes del inicio de la ceremonia. Una actriz del top ten puede tardar una hora en recorrer la famosa alfombra roja –que no lleva impresas marcas publicitarias como en España-. Previamente las marcas de ropa, zapatos, complementos, comida o belleza, han generado una batalla tremenda para que el mayor número posible de celebridades se ponga su traje, zapatos o acepte innumerables regalos. El año pasado hasta cerditos vietnamitas ofrecieron a los nominados.

Y si hay algo tan famoso como el “The Oscar goes to…” son las fiestas post-Oscar. Hay una que es una clásica, la que organiza Elton John y su marido, para recaudar fondos para su fundación de lucha contra el Sida. La “View party” está patrocinada por las joyas Chopard, que suelen aderezar los estilismos de Penélope Cruz y ahora también de su marido Javier Bardem. Ellos no estuvieron en la cena de Sir Elton, que comenzaba a la misma hora que entraban los primeros invitados al Kodak Theatre. A través de grandes pantallas de televisión los asistentes a la party benéfica, podían ver la llegada de los actores y mientras cenaban –cosa harto difícil a las seis de la tarde, hora local- seguían la gala. A los postres, porque uno ya se imagina que entre plato y plato pasan muchas cosas, suelen llegar los primeros actores que sí han estado en el Kodak y se arma el correspondiente revuelo y aunque no suelen dejar entrar a los asistentes con cámaras y teléfonos con cámara, lo cierto, es que aparecen desde debajo de las piedras los reporteros anonymus para posar con los “famosos” y sus estatuillas.

Triunfa la fiesta por la que pasan mayor número de oscarizados.