Las vacas flacas han hecho que los españoles metamos más dinero debajo del colchón: nuestras tasas de ahorro actuales se asemejan a las de los años 70, de hecho las familias están ahorrando más ahora que en las tres décadas anteriores, según pone de manifiesto el último informe de la Fundación de Estudios Financieros. Pero este ahorro del miedo, como lo definen los autores del estudio, no es sostenible en el tiempo: también hay que gastar para que la economía retome una velocidad de crucero.

No vivimos un escenario sencillo para aquel que tenga que tomar decisiones de ahorro y de inversión: pinchazo de la burbuja inmobiliaria, paro galopante, crisis económica… En España se ha perdido por ejemplo, el activo clave de inversión, la vivienda, aquél que se pensaba nunca perdería valor. Hasta que lo perdió. A pesar de ello, los ladrillos siguen ocupando una parte importante en el patrimonio de las familias, pero el porcentaje se ha ido reduciendo: “Es necesario ir hacia un ahorro más diversificado y un dimensionamiento adecuado del peso de la vivienda”, comentan los autores del estudio. En el futuro creen que la vivienda volverá a ser considerada un bien de uso con lo que se reducirá su empleo intensivo como producto de inversión. En paralelo, la distribución del ahorro deberá reequilibrarse.

Los depósitos han sido y son uno de los productos preferidos por sociedades conservadoras en cuanto al ahorro como la nuestra. Las acciones, por su parte, representan poco más del 9% del patrimonio en activos financieros de los hogares, que tienen el 21% del valor de la capitalización de las empresas cotizadas (porcentaje superior entre cinco y diez puntos a la media europea). Eso sí, desde el pinchazo de la burbuja bursátil en 2000, las posiciones en Bolsa de los pequeños inversores han ido reduciéndose. Al parecer, es un activo que sigue siendo complejo para las familias.

En lo que respecta a los fondos de inversión, que fueron uno de los instrumentos preferidos de ahorro a lo largo de los 90 (actualmente el 7% de los activos financieros de los hogares) tampoco lo tienen ahora fácil: “Sobre todo por la política de comercialización de las entidades que privilegian otros activos como los depósitos, dejando a los fondos en la retaguardia”.

Una de las conclusiones del informe es que el futuro pasa por cambios en el modelo de distribución de productos: el mercado del ahorro deberá centrarse más en el cliente y menos en el producto. En lo que deben acometerse cambios con toda urgencia es en lo relativo a los productos de previsión, los destinados a la jubilación. Basta fijarse en los datos de ahorro en estos activos para darse cuenta de que nuestra mentalidad con respecto al retiro debe cambiar: el patrimonio total de productos individuales y del sistema de empleo era de más de 85.000 millones de euros en 2009, cifra equivalente al 8% del PIB. En Japón, una sociedad algo más envejecida que la nuestra, ese porcentaje supera  el 25%, en EEUU, el 67% y en el Reino Unido, es del 75%.