La línea roja

02/03/2011

diarioabierto.es.

Hay una línea que nunca debe saltarse. En la vida y en el periodismo. Pero vivimos en una sociedad en la que, cada día, más se pasan y se saltan demasiadas líneas rojas. Por la audiencia, por la fama o por dinero.
Las televisiones son hoy un buen ejemplo de cómo se saltan las líneas rojas de la vida y del periodismo. Es verdad que la amplia oferta televisiva debe de servir para que, en función de la propia libertad, cada uno escoja. Pero, en cualquier caso, es deprimente ver determinadas cosas.
Hace unos días, a una mujer, la esposa de un acusado del asesinato de una niña, con un grado de minusvalía mental considerable, se le obligó a confesar públicamente lo que había negado ante el juez: que su marido fue el asesino de la niña y que ella, si no estuvo presente, vio como la sacaba, con ayuda de su cuñada, de su casa para arrojar su cuerpo a una marisma.
Las imágenes, tanto las que se hicieron públicas en el reportaje como las que se conocieron después, son espeluznantes: La mujer llora, pide que no la graben, se desmaya. Se observa como es presionada diciéndole que su marido no la quiere porque es vieja y cómo descansará cuando confiese que, efectivamente, fue su marido el autor de la muerte de la pequeña.
La mujer termina, entre sollozos desgarradores y desvanecimientos, confesando lo que la piden. Mientras tanto se ha visto como la periodista, engaña a la mujer diciéndole que no la están grabando, que se calme, que la llevaran a un hotel para que se recupere y, a la vez, pide al cámara que siga grabando.
La llevan a comisaría para que la mujer ratifique su declaración y el juez decidió su ingreso en prisión. Me ha parecido terrible. Todo. Desde la forma en que se le ha arrancado su confesión hasta su ingreso en prisión. No sé si es que el juez teme que la mujer huya. Pero no me parece a mí que una confesión en esas circunstancias tenga demasiado valor.
Todavía hay quien dice que lo que no consiguió la policía, lo ha conseguido una televisión. Probablemente si la policía hubiera actuado con la misma falta de escrúpulos, despreciando cualquier garantía del detenido, la mujer también habría confesado. En cualquier caso, es un buen ejemplo del papel que los medios de comunicación (digamos algunos medios para salvar la honrilla) viene n asumiendo en casos de gran repercusión pública. Y sin propósito de enmienda. Desde las niñas de Alcaçer, hasta este mismo. La lista es larga y basta con buscar en los hemerotecas.
Tremendo país éste, en que en una situación social de paro alarmante y desolador, de ruina económico y social, los medios buscan el escándalo y la audiencia saltándose la línea roja de la ética, la moral y la piedad humana.
Vayamos a la poesía, consuelo del alma humana y de gente que sufre injusticia y dolor. De Mario Benedetti, para que los jóvenes, nuestra esperanza, tengan un futuro distinto:

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
También les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

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4 pensamientos en “La línea roja

  1. Creo que tienes razón en todo lo que dices. Es vergonzoso este pseudoperiodismo que se viene haciendo por parte de algunos, si es que podemos llegarlo a llamar así. La faceta de «perro guardián» que se le atribuye a los periodistas cada vez está más desusada, menos mal, que todavía nos quedan algunos que se dedican a denunciar las injusticias de este mundo.

  2. Hace unos días hablaba con unas amigas sobre el rumbo que está tomando la televisión y me decían que si no hubiera gente que los viese no harían ese tipo de programas. Supongo que tenemos la tele que nos merecemos, pero dónde queda entonces la responsabilidad de los medios y de los periodistas, qué hay de la ética profesional y por qué la ley no hace nada cuando se vulneran los derechos de las personas. Cada día me decepciona más el mundo periodístico, pero también me dan ganas de hacer las cosas mejor y cambiar un poquito las cosas, en la medida que me sea posible. Sí, a los jóvenes nos quedan muchas cosas por hacer y las haremos

  3. Tuve oportunidad de ver las imágenes gracias a El Intermedio, y quedé desolado.

    Esos periodistas seguirán ejerciendo, y sus programas emitiéndose. No correrán la misma suerte que CNN+, con sus debates, reflexiones y entrevistas, o que «No disparen al pianista», aquella especie en extinción sobre la que finalmente acabaron disparando. A mi todo esto me parece incomprensible, todo un disparate, otro despropósito más que sumar en estos tiempos polvorientos. Gracias, Rodolfo.

  4. Confesiones a golpe de engaño o de talonario, y a esto lo llaman periodismo, yo lo llamaría otra cosa que por el respeto que «éllos» no tienen y que yo si le debo a la gente que me rodea me lo callo. Afortunadamente tenemos la poesía

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