No estaba la cosa demasiado boyante y los mercados europeos no habían encajado demasiado mal lo de la recesión japonesa pero en el ánimo pesaba como una losa que a veces una QE no solo no arregla las cosas sino que las empeora. El Banco de Japón ha gastado lo que no tenía en impulsar una economía que no carbura y el país ha entrado, sorpresivamente, de nuevo en recesión.

Me temo que esto va a despertar de nuevo al Bundesbank y su pertinente «yo ya lo avisé», pero entre tanto y antes de que las cosas se pongan más feas,  Mario Draghi aprovechó una comparecencia en el Parlamento Europeo para hacer una defensa férrea del euro y para subrayar la unanimidad del BCE para llegar hasta donde sea necesario si es preciso llegar para salir del atolladero.

Bonitas palabras y a base de repetirlas tanto hay quien se ha olvidado incluso de que la cacareada unanimidad es más formal que vital, que el Bundesbank aprovecha cada vez que puede para segar la hierba bajo los pies de cualquier medida de estímulo aunque luego a la hora de dar la cara en el Consejo del BCE dulcifique algo su postura.

De hecho, ha pasado algo más inadvertido que hoy el Bundesbank ha reitarado que lo urgente son las reformas a acometer en algunos países y que visto cómo está el patio, sigue en sus trece de que no se necesitan medidas adicionales. Estas palabras han quedado algo eclipsadas por un Draghi envalentonado al que la cumbre del G20 ha puesto las pilas.

Y es que este fin de semana en Australia, en los pocos ratos en los que la cumbre no se ha dedicado a abofetear a Putin, las bofetadas se las han llevado los europeos, a los que se ha pedido por activa y por pasiva que hagan algo, lo que sea, pero que hagan algo por corregir la deriva de la economía de la Eurozona.

Hoy a nuestro amigo el Bocachancla le ha faltado subrayar en su alegato aquello de «tal y como se nos exige desde Estados Unidos…» Pero en términos generales solo puede decirse que ha sido él, en primera persona, el que ha espoleado a los mercados.

De momento, las Bolsas europeas han tragado el anzuelo y lo que era una sesión gris y plomiza se convirtió en algo mucho más interesante:

La sesión parecía destinada al triste fin de otros días, a quedar al cierre más o menos igual que en la víspera, contentándose con cerrar el gap a la baja dejado en la apertura, pero nos dejó una sorpresa si vemos el gráfico diario:

Se trata de un patrón alcista bien conocido por los estudiosos de los patrones de velas japonesas, una envolvente alcista, y suele marcar el camino hacia el norte, lo que no está nada mal en este lateral eterno que están dibujando los mercados europeos.

Al cierre, el Dax avanzó un 0,58%, el FTSE un 0,26%, el CAC un 0,56% y el Ibex un 1,59%. Y Súper Mario, supongo que contento.