Ya no sabe qué hacer don Tomás Gómez para llevar la contraria a Zapatero. Cómo será la cosa que en pleno zafarrancho gubernamental por el ahorro energético él ha visto la luz. Es de izquierdas y sin complejos. No seré yo quien entre en este último aspecto que bastante tiene uno con vigilar de reojo sus lorzas mas, el primer supuesto, sí se presta a cierto cuestionamiento. Siempre, quede claro, desde la comprensión que merecen tantas vueltas ideológicas en alguien que pasó por La Noria para explicar por qué estaba encantado de haberse conocido. Algo por otra parte bien lógico habida cuenta que sólo unos pocos elegidos para la gloria pueden presumir de elevar a la categoría de moneda de curso legal a un duro de cartón o de convertir al genial Groucho Marx del ‘tengo estos principios pero si no le gustan tengo otros’ en un hombre de coherencia pasmosa.

Hay que admitir, y no duelen prendas en ello, que lo del señor Gómez, ya sea con pegatina de máximo a 110 o con calcomanías de Pikachu en las señales de tráfico, son los volantazos. Sabido es que así se puede conducir. Otra cosa bien distinta es que llegues a alguna parte. De momento ha arribado a esta campaña en la que una mañana, así, sin darse importancia, se levanta, se calza las pantuflas y antes del aseo diario ya ha pensado por el camino que va a prometer una paga más para los jubilados. A buen seguro que están muy contentos con ese futurible, pero acaso, por aquello del pájaro en mano, les hubiera gustado más que les subieran la pensión. Zapatero no lo hizo ¿Usted oyó a don Tomás oponerse a ello? Yo tampoco.

Antes de que el fulgor revolucionario le cegara conviene refrescar que fue también el candidato sin complejos quien allá por 2007 proclamó a los cuatro vientos la necesidad de suprimir el impuesto de patrimonio que, como todo el mundo sabe, azota de una manera severa las economías del lumpen proletariado. Tres años después, el gobierno socialista, que a día de hoy debe de ser muy de derechas para él, recortó el sueldo a médicos, enfermeras, ordenanzas o policías ¿Usted oyó las plegarias de don Tomás para que, antes de llegar a ese extremo, se restituyera ese tributo? Yo tampoco ¿Oyó sus flagelaciones cuando se abarató el despido? Yo tampoco ¿Su llanto cuando se suprimieron ayudas a los parados? Más de lo mismo.

Por el contrario, aunque para no escatimar datos hay que admitir que esto fue en su época pre-gauche, se le vio alborozado cuando hablaba de la posibilidad de privatizar algunos servicios sanitarios o entusiasmado cuando, allá por 2008, tan cerca y tan lejos, hacía un llamamiento a los moderados para que se sumasen a su proyecto en el que con esa ductilidad ideológica es obvio que caben todos. O por lo menos aquellos despojados de complejos. Otra cosa es lo se de ser de izquierdas. Para eso ni sirven las pegatinas ni sirven las ocurrencias.