Confieso aquí, públicamente, que nunca trabajé en una empresa en la que regalasen cestas de Navidad. En París, donde comencé mi carrera profesional, era costumbre en estas fechas hacer una tómbola en la revista donde trabajaba, con los regalos que llegaban a los redactores. Lo cual no estaba mal. Después, en España, trabajé durante ocho años en una revista económica que pertenecía a un gran grupo alemán. Y no sé si por ser germanos los gestores y por aquello de no gastar, de cestas nada: se hacía cena de Navidad y punto. Y discúlpenme si les digo que prefiero la cesta a la cena, porque en la cena te suele tocar sentarte al lado de aquella persona de tu oficina a la que odias y que ya ves todos los días. Es una especie de si no quieres caldo pues toma tres tazas… Pues eso, que yo hubiera sido feliz con mi cesta: con su tabla de quesos, de jamón, turrones varios, cava, trufas… Esas cosas típicas de estas fechas.

Por eso me ha parecido que tenía que escribir sobre esta curiosa y sana, iniciativa: “Yo también quiero mi cesta”, lanzada por la agencia Agrifood Comunicación. ¿Qué pretenden? Pues movilizar, a través de las diferentes redes sociales (el hashtag en Twitter es #QuieroMiCesta) y conseguir que empresas y asociaciones se impliquen para que en estas fiestas todos los empleados tengan su cesta de Navidad. Dicen que esto es un impulso para la industria de la alimentación y de bebidas y que con esto se ayudaría a generar empleo. Y añado que además se haría felices a los curritos que la reciben. Todo beneficios.

Por lo pronto, a partir del 2 de diciembre, Agrifood Comunicación lanzará un sorteo en su perfil de Facebook por el cual, todo el que participe, podrá optar a conseguir un aguinaldo para estas fiestas que se aproximan.

Y si piensan que esto de la cesta de Navidad data de ayer, se equivocan: la tradición se remonta mucho tiempo atrás. Aunque la costumbre tal y como la conocemos se implantó en el siglo XX, lo del aguinaldo proviene de la época romana, concretamente del primer monarca, Rómulo. La “spoturla” era una práctica común entonces: se trataba de una cesta con alimentos o una ayuda económica que el patrono daba a sus clientes. La tradición llegó al siglo XIX de la mano de empresas públicas que en forma de agradecimiento, la regalaban a sus clientes por Navidad. A mediados del siglo XX la costumbre se extendió al sector privado.

Pero desde el comienzo de la crisis, cestas, cada vez menos: “En la campaña navideña de 2008 se produjo ya un descenso de ventas de cestas del 20%”, dicen en Agrifood. La industria alimentaria supone más del 20% del empleo industrial en nuestro país.

De momento se han adherido a la iniciativa “Yo también quiero mi cesta” la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España, Anice; la Federación Nacional de Industrias Lácteas, la Asociación Nacional de Fabricantes de Queso, la Fundación Jamón Serrano, la Interprofesional del Aceite de Oliva Español y la del Porcino de Capa Blanca.

Y tú, ¿también quieres tu cesta?