Las rebajas salariales acentúan la desigualdad en los países ricos

05/12/2014

Luis M. del Amo. España es el país desarrollado en el que más aumenta la diferencia entre ricos y pobres. Las economías emergentes impulsan el "modesto" crecimiento de las remuneraciones del trabajo a nivel mundial. En los países desarrollados, los salarios permanecen estancados, al aumentar un 0,2% en 2013, según la organización.

Los trabajadores y sus hogares están obteniendo una parte más pequeña del crecimiento económico. Mientras los propietarios del capital reciben cada vez mayores beneficios. Así de contundente se muestra el informe anual de salarios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El documento, referido a 2013, afirma además que España es el país desarrollado donde más aumentaron las desigualdades durante la crisis.

El documento publicado este viernes constata que el crecimiento de los salarios se redujo al 2% en 2013, comparado con 2,2% en 2012, y “aún no se ha restablecido a los niveles anteriores a la crisis de alrededor de 3%.

Este modesto crecimiento de los salarios a nivel mundial fue impulsado por las economías emergentes del G20. En cambio, el crecimiento promedio de los salarios en las economías desarrolladas fluctuó en alrededor de 1% anual a partir de 2006, y desde entonces desaceleró aún más hasta llegar a sólo 0,1% en 2012 y 0,2% en 2013.

“En los últimos dos años, el crecimiento de los salarios se redujo hasta llegar casi a cero en las economías desarrolladas”, ha afirmado Sandra Polaski, directora general adjunta para políticas de la OIT. Este estancamiento salarial ha tenido como consecuencia una depresión de la demanda de los hogares en la mayoría de estas economías, aumentando el riesgo de deflación en la Eurozona, agrega.

Aun así, los os salarios en las economías desarrolladas siguen siendo en promedio tres veces más altos que en el grupo de las economías emergentes y en desarrollo, matiza Kristen Sobeck, economista de la organización.

El menguante valor del trabajo

Así, la productividad laboral –es decir, el valor de bienes y servicios producidos por cada trabajador– sigue siendo superior al crecimiento de los salarios en los países desarrollados, incluso en los últimos años, continúa el informe. El mayor crecimiento de la productividad respecto a las rentas se configura como una tendencia prolongada que solo se detuvo brevemente durante los años 2008 y 2009 de la crisis financiera, agrega.

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El creciente desajuste entre salarios y productividad se ha traducido en que una proporción cada vez menor del PIB es destinada al trabajo, mientras que una proporción cada vez mayor va al capital, sobre todo en las economías desarrolladas.

Esta tendencia significa que los trabajadores y sus hogares están obteniendo una parte más pequeña del crecimiento económico, mientras que los propietarios del capital reciben mayores beneficios, concluye.

Principal fuente de ingreso

En los hogares medios, los salarios son la fuente principal, de ingresos. En cambio, tanto los muy ricos (un 10%) como los muy pobres (otro 10%) dependen de otras fuentes de rentas en mayor medida.

Así en los países mas ricos los salarios representan entre el 70 y el 80% del ingreso de los hogares. En cambio en las economías en desarrollo, la contribución de los salarios a los ingresos familiares es generalmente más baja (50-60% en México, Rusia, Argentina, Brasil y Chile; 40% en Perú; 30% en Vietnam).

En consecuencia, la desigualdad comienza en el mercado laboral, afirma Rosalia Vazquez-Alvarez, especialista en econometría y en salarios de la OIT y otra de las autoras del informe.

Así, en España y Estados Unidos, los cambios en los salarios y el empleo han sido el factor dominante en la reciente evolución de la desigualdad, si bien existen otras causas aunque de menor importante.

En el caso de España, los salarios crecían un 1,1% en 2007, mientras que en 2013 caían un 1,3%. Un proceso que ha sido más marcado en nuestro país que en otros países desarrollados, afirman desde la OIT.

Por el contrario, donde la desigualdad ha disminuido, como en Brasil, Argentina y la Federación Rusa, mayores salarios y oportunidades de empleo han impulsado la reducción de la desigualdad, continúa el informe.

Los impuestos no son suficiente

Finalmente, la OIT recomienda a los gobiernos adoptar políticas laborales para corregir las desigualdades que tienen su raíz en los salarios. “El estancamiento de los salarios debe ser abordado como una cuestión de justicia y de crecimiento económico”, ha señalado Sandra Polaski.

Los mecanismos de redistribución fiscal, como los impuestos, son “parte de la solución”, han añadido. Sin embargo, la política fiscal y las medidas de protección social “no pueden soportar toda la carga de subsanar la desigualdad”.

La OIT recomienda una estrategia “exhaustiva” que debería incluir políticas sobre salario mínimo, fortalecimiento de la negociación colectiva, eliminación de la discriminación contra los grupos vulnerables, así como políticas impositivas progresivas y sistemas de protección social adecuados.

“Se precisan estrategias coordinadas a nivel internacional”, concluye, tras recomendar un mayor apoyo a las pequeñas y medianas empresas.

Además, la OIT alerta contra el modelo de abaratamiento de las exportaciones por la vía salarial. “Si un gran número de países intenta aumentar las exportaciones reprimiendo los salarios o reduciendo las prestaciones sociales, las consecuencias podrían fomentar una contracción de la producción y el comercio”, concluye.

 

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