Lorenzo Bernaldo de Quirós: «La crisis fue un fallo de Estado, no de mercado»

21/01/2015

Luis M. del Amo. El autor de 'Por una derecha liberal' exculpa al capitalismo de toda responsabilidad en la irrupción de la crisis financiera actual, y pide a Rajoy que evite el conservadurismo y gire hacia postulados más liberales.

LBQ_intLorenzo Bernaldo de Quirós, reconocido liberal, presidente del Instituto Cato, y asesor del Círculo de Empresarios, asegura en esta entrevista, que coincide con la publicación de su libro ‘Por una derecha liberal’ (Deusto), que la restauración de la democracia en España, trajo consigo un consenso socio-estatista que atenta contra el espíritu liberal. Afirma además que Rajoy ha salvado al país de la quiebra, aunque pide al presidente que dé un giro en su política hacia postulados más liberales, como reclama en su opinión buena parte de su electorado. Defensor de la privatización de servicios esenciales, como la sanidad, la educación y las pensiones, Bernaldo de Quirós concluye que el sistema de financiación autonómica está agotado, y demanda un nuevo mecanismo que permita a las regiones gestionar lo que recaudan.

PREGUNTA.- En su libro ‘Por una derecha liberal’, Vd. razona que es necesario modernizar el sector público y reducir el tamaño del Estado; cree que la crisis y el envejecimiento de la población han mermado los ingresos públicos, hasta tal punto que es necesario recortar. Imaginemos que el libro se hubiera publicado antes de la crisis, ¿hubiera cambiado en algo su enfoque?

RESPUESTA.- La crisis económica puso de relieve los problemas estructurales de la economía española. La evolución demográfica de España conduce de manera inexorable a que una población activa cada vez menor financie a una pasiva cada vez mayor. Esto significa que las generaciones futuras deberán reducir su nivel de vida para financiar a los dependientes o bien que éstos verán recortadas sus prestaciones. Ante ese panorama parece razonable reformar un Estado del Bienestar, diseñado para una sociedad en la que los individuos tienen una expectativa de vida muy inferior a la de hoy y a la de mañana.

P.- Hay quien acusa al liberalismo económico que Vd. defiende de ser el causante de la crisis económica actual. En su publicación, precisamente, se recuerda las figuras de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, como protagonistas del giro conservador que se produjo en los años 80. ¿Cree que fue acertada la decisión de desregular los mercados financieros? ¿No le parece adecuado establecer algún tipo de cortafuegos entre la banca de depósitos tradicional y la gran banca de inversión de Wall Street?

R.- La crisis financiera iniciada en EE.UU. en 2007 y que se extendió al resto de las economías desarrolladas fue consecuencia de una política monetaria muy expansiva que originó una burbuja de activos y del pésimo funcionamiento de los organismos de supervisión que no cumplieron su misión. Fue pues un “fallo de Estado”, no un “fallo de mercado”.

P.- Defiende Vd. que el Estado del Bienestar europeo es insostenible debido al envejecimiento de la población. De no mediar este factor, ¿defendería Ud. la misma tesis?

R.- En las sociedades europeas, la mayoría de los individuos podrían cubrirse de los riesgos sanitarios, de las contingencias de la vejez y de la educación de sus hijos si se redujese la brutal carga fiscal que soportan. El Estado debería limitar su asistencia a aquellas personas que por las razones que sean carecen de recursos para acceder a los servicios sanitarios y educativos y a tener una pensión digna.

P.- Vd. habla del modelo de Estado del bienestar nórdico y, a la vez, sostiene que una ratio de gasto público sobre el PIB superior al 35% se revela ineficaz a la hora de proporcionar una mejora sustancial en el bienestar de los ciudadanos. ¿Cree que Suecia o Dinamarca podrían financiar su Estado del Bienestar con ese nivel de gasto? ¿A qué renunciaría Vd.?

R.- La evidencia empírica muestra que a partir de un gasto público del 35 por 100 del PIB, los efectos de un gasto público más elevado no tienen efectos significativos sobre la salud, la educación y el nivel de vida de los pensionistas. En los países nórdicos se ha producido una auténtica revolución liberal en este ámbito. En Suecia se introdujo el cheque escolar y el sanitario. El Estado proporciona un bono a las familias y con él ellas compran sanidad y educación en el sector público o en el privado y pueden destinar una parte de sus cotizaciones sociales a la fondos de pensiones privados…

P.- Algunas de las mejores páginas de su libro están dedicadas al centro político –un imposible, en su opinión– y al intento de renovación de la izquierda británica que representó el Nuevo Laborismo, de Tony Blair. ¿Ha habido en España alguna figura parecida, tanto en la izquierda como en la derecha?

R.- El centro es un espacio geográfico o un talante, no una ideología política. En sus primeros años de gobierno, el PSOE de Felipe González supuso una renovación sustancial del discurso tradicional de la izquierda y, en su primer mandato, Aznar hizo suyas muchas ideas y políticas del liberalismo clásico. Sin embargo, con matices, el consenso dominante en España desde la restauración de la democracia ha sido de carácter social-estatista. El componente “social” ha predominado sobre el liberal.

P.- En su opinión, la derecha debe vencer tres tentaciones, la tentación conservadora, la tentación tecnocrática y la centrista. ¿En cuál ha caído el Gobierno actual de Mariano Rajoy? ¿Y el de Aznar?

R.- El Gabinete Rajoy ha salvado al país de la quiebra y eso ha consumido el grueso de sus energías. Yo creo que ha existido y existe la tentación de caer en esas tres tentaciones si no define con claridad un proyecto y un discurso político de corte liberal que, en mi opinión, constituye el sentimiento mayoritario del grueso de sus votantes.

P.- En relación al fenómeno nacionalista, Vd. defiende un sistema de financiación autonómico similar al cupo vasco o navarro para todas las comunidades autónomas. ¿No cree que este sistema fiscal dispararía la desigualdad?

R.- El vigente sistema de financiación autonómica es injusto e ineficiente. La desconexión entre las decisiones de gasto y los ingresos para financiarlos unida a la capacidad de endeudarse ha eliminado cualquier atisbo de responsabilidad financiera en las autonomías. Al mismo tiempo, las ingentes transferencias de recursos a las regiones pobres no ha servido para reducir el diferencial de PIB per cápita con las ricas. Este sistema es insostenible. Garantizados unos “mínimos” cada autonomía ha de financiarse con sus propios recursos.

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