Quizás por evidenciar que la vulnerable condición de humano no va con él, al presidente Zapatero eso de tropezar dos veces en la misma piedra se le ha quedado muy corto en esta última Legislatura. No digo con esto que no se vaya a presentar de nuevo aunque le hayan suspendido la confirmación de alternativa en Vista Alegre sino que, en estos últimos años, ha sido incapaz hasta de predecir lo que ya había pasado. Sin embargo, lejos de intimidarle sus nulas dotes de pitoniso, se ha venido arriba en el Congreso para anunciar, cual don Erre que Erre, que esta vez sí que sí. Que la economía repuntará este mes, que el paro bajará, que las nubes se levantan y los pajarillos cantan aunque, cierto es, esto último ocurre con cualquier jefe de Gobierno.

Que se presuma de un aumento del desempleo menor al año anterior sonroja pues sabido es, o debería ser, que llega un momento que hasta con reformas laborales tan ineficaces como las que dicta para el BOE es casi imposible ir a peor. Es decir, que alguien tendrá que trabajar a pesar del Gobierno aunque solo sea para que luego le puedan despedir barato. Si, por fin, la economía da síntomas de reanimación será por piedad de esos ciclos, por acortamiento de esas ondas largas de las que ya hablara Kondratieff hace años, pero no porque las medidas que se han tomado hayan servido para nada. Se entiende que para nada que no sea empeorar las condiciones de trabajo de quien tenía la suerte de tenerlo y de precarizar la situación de quienes se iban a la calle.

Ya no basta con fiar al optimismo el futuro porque ese mismo talante fue el que llevó a diagnosticar la crisis desde Moncloa cuando el hedor del cadáver lo había percibido toda Europa. Un tiempo valioso perdido que ni las prisas ni los palos de ciego ni el desequilibrio en el reparto de los esfuerzos, siempre en contra de los más débiles, ha posibilitado que, por mucho que se engole la voz para asemejarse a un estadista, sea imposible que uno se crea ahora que la economía de va a recuperar porque lo diga el señor Zapatero. Es posible que lo haga. Otra cosa es que ocurra lo mismo con su credibilidad política. Para eso la duración de las ondas largas se va a quedar en un leve suspiro.