Un nueve de marzo de hace ya dos años marcó el comienzo de la actual fase alcista del mercado. Todo estaba preparado para celebrarlo con confeti y tarta, pero los osos aguaron la fiesta de los toros. Por la mínima, pero la aguaron. Está visto que el mercado no entiende de celebraciones.

Por lo demás, la sesión ha sido muy parecida a la europea, con el mercado pendiente de no se sabe muy bien qué, el sector químico presionando a la baja, el petróleo que tan pronto sube como baja y lo de Libia que está cada vez más embarullado. ¿Y los índices? Pues amenazando un rato con salir al alza y otro rato con salir a la baja. Ha sido una sesión de esas que los especuladores intradiarios odian con todas sus fuerzas porque no hay forma de coger una tendencia. Nada nuevo bajo el sol ya que el mercado europeo discurrió toda la jornada de igual forma, qunque con peores resultados para muchos de sus índices.

Lo que sí es cierto, no obstante, es que al final no ha quedado muy mal sabor de boca, porque la apertura fue mala de solemnidad y dado cómo exageran últimamente su comportamiento los mercados, no hubiera sido de extrañar que se perdiera todo lo ganado ayer y un poco más. Al final no es que las aguas volvieran a su cauce, pero sí que el río no se desbordó, que no es poco para los tiempos que corren.

Para la estadística quedará que el Dow Jones perdió apenas un 0,01%, que el S&P 500 retrocedió un 0,14% y que el Nasdaq Composite cayó bastante más, hasta el 0,51%.