Retratos de un estudioso de Estados Unidos

27/02/2015

Miguel Ángel Valero. La obra de Winogrand muestra que los sueños de los norteamericanos son “baratos y triviales”, y basados en “apariencias y fantasías”.

11_sfmoma_winogrand_parkavenuenewyork_1956 “Podría decir que soy un estudioso de la fotografía, es cierto, pero en realidad soy un estudioso de Norteamérica”. Así se autodefinía el fotógrafo Garry Winogrand, a quien se le ha llegado a comparar con el escritor Walt Whitmann por sus esfuerzos en captar la esencia social de Estados Unidos y ser el cronista de Norteamérica.

Más de 200 fotografías de Winogrand pueden contemplarse, hasta el 3 de mayo, en la Sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre (C/ Bárbara de Braganza, 13, Madrid). Esta retrospectiva, la primera que se hace en 25 años, permite comprender por qué se le considera uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX.

Sus trabajos son inconfundibles, con una abundante información visual, un claro punto que concentra la atención mientras la tensión va decreciendo hasta encontrar en los márgenes personajes ajenos a la situación. Otra innovación de Winogrand es su inclinación hacia lo horizontal para intensificar el significado de las imágenes. Pero su gran aportación a la fotografía es la toma rápida y certera para captar el instante preciso.

04_New York, años 1950La exposición, estructurada en tres bloques (“Bajando desde el Bronx”, con las fotografías realizadas en Nueva York entre 1950 y 1971; “Un estudioso de Norteamérica”, de la misma época pero fuera de esa ciudad; y “Auge y crisis”, desde 1971 hasta su muerte en 1984), muestra hombres de negocios, mujeres, atletas, famosos, hippies, rodeos, políticos, soldados, aeropuertos, manifestaciones, zoológicos. En definitiva, ejerce de cronista de la Norteamérica de la segunda mitad del siglo XX, con los movimientos contraculturales y pacifistas derivados de la invasión de Vietnam, la crisis de los misiles o el asesinato de Kennedy.

05_sfmoma_Winogrand_Albuquerque_1957Winogrand, que comenzó en el fotoperiodismo (publicó en “LIfe”, “Look”, “Sports Illustrated”, “Collier’s” y “Pageant”), pronto se inclinó hacia el arte. Su obra refleja un cierto sentimiento de desintegración nacional y, sobre todo en su obra más reciente, una sensación de desolación.

En 1963 no dudaba en escribir que “estando fotografiando Estados Unidos para intentar averiguar quiénes somos y cómo nos sentimos, observando nuestra apariencia mientras la historia se producía y se sigue produciendo a nuestro alrededor en este mundo”.

Sus esfuerzos por comprender Norteamérica y a los norteamericanos chocan con la consternación que supone descubrir que los sueños de los estadounidenses eran “baratos y triviales”, construidos sobre “apariencias y fantasías”.

 

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