Una plantá pasada por agua

11/03/2011

Carmen Duerto.

Como en todas las fiestas que se viven con tanta intensidad hay quien las disfruta y quién sale huyendo. Las fallas valencianas es de los eventos más largos que recuerdo. Comienzan a primeros de marzo y acaban pasadas tres semanas. En ese espacio de tiempo se suceden muchas actividades y todas ellas dominadas por el fuego y el ruido. Esas mascletás a las 14 horas ponen en guardia a los ciudadanos y revolucionan la ciudad.

Este año la plantá de los ninots se hace pasada por agua. Por toda Valencia se ven, en un no parar, trailers y grúas montando estos ingenios que serán quemados como manda la tradición con la mano inocente de las correspondientes falleras. Gracias al AVE, que comunica el centro peninsular con Valencia en poco más de una hora y media, es muy cómodo llegar a la ciudad para disfrutarla. En cada cruce de calles o en cada esquina hay puestos de buñuelos y churros, junto a las carpas blancas que se convierten en los Casals de celebraciones de cada grupo fallero y a su vez, según sea el presupuesto, levantan la correspondiente falla. Lo mejor es alojarse en el centro, recomiendo el hotel Vincci Palace en la calle de la Paz,42. Desde ahí, se puede ir andando a los lugares de interés, como la plaza del Ayuntamiento a ver la mascletá de las 14h o la plaza de la Reina a deleitarse con una horchata fresquita del Siglo o de Santa Catalina. Aunque llueva, la horchata siempre sienta bien mojada en sus correspondientes fartons y para comer o cenar, recomiendo, sin dudarlo, un lugar muy especial el mercado modernista de Colón y concretamente su restaurante «El alto de Colón» en la calle Jorge Juan,12. Es original y exquisito. Caro pero merece la pena. Yo probé unos aperitivos que no son lo que parecen. Por ejemplo, unas jugosas fresas en realidad eran queso blanco recubierto con una especie de mermelada rosa y unas hojitas verdes iguales que las de las fresas o unos bombones de licor que en realidad era paté disfrazado.

Recomiendo disfrutar de un lugar muy especial. Un reducto de la Alta Costura y lugar de peregrinación. «Les Barraques» en la calle Adrezador, 16, a un minuto de la plaza del Ayuntamiento. Es la tienda de la especialista en trajes de valenciana, Carmen Asíns. Sus telas exquisitas y los complementos un verdadero placer para la vista y un lujo que todos deberíamos darnos de vez en cuando. De los 4000 telares manuales que llegaron a existir en Valencia, para abastecer de sedas al mercado europeo, sólo quedan dos y Carmen tiene telas de esos telares únicos capaces de tejer obras de arte.

Y por supuesto, antes de regresar a casa, hay que pasarse por el Mercado Central -también modernista- para hacer la compra de verduras. Esas alcachofas a poco más de un euro el kilo, los ajetes a un euro el manojo, los dátiles naturales a 6 euros el kilo o a 5 el kilo de chufas secas, con los que los expertos de la Alboraya crean ese exquisito líquido blanco tan apreciado.

Y si hay tiempo, desayunar en la Albufera, eso no tiene precio y una paella en la Malvarrosa, tampoco.

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