Jordi Hereu está envalentonado. Pese a ser considerados por muchos el “pero alcalde de Barcelona”, con unas cuotas de aceptación popular bajo mínimos y con una crisis interna en su partido fruto de los malos resultados electorales, el actual alcalde se bate el cobre para tener un resultado digno en las próximas elecciones e incluso reclama a Rodríguez Zapatero que desvele su futuro político para que este debate no interfiera en su campaña municipal. “Pido que se acaben las especulaciones y debates que no llevan a ninguna parte, Pido al PSOE que se aclare y que no mantenga este estado de incertidumbre” y mostró su preocupación que el problema de la continuidad o la sucesión oscureciese el debate real sobre los problemas ciudadanos: “Necesitamos centrar el debate en estos temas, yo estoy centrado en Barcelona”. Estas afirmaciones las realizó en la inauguración de un monumento a los gais y lesbianas en el barcelnes parque de la Ciutadella.

Esto sucedió el domingo, horas después que Hereu realizará un balance más que triunfalista de su gestión, en la que aseguró que había cumplido el 91% de su programa y tras señalar que “nosotros somos la gran esperanza económica de Catlunya y España” hizo un discursos semejante al “yo o el caos”. El único punto negativo que encontró en su gestión fue la convocatoria de la consulta sobre el futuro de la Diagonal. Su propuesta recibió un severo rechazo por parte de los barceloneses.

Su principal rival, el dirigente de CiU Xavier Trias, señaló que “cuando tienes que cambiar a la mayoría de tu equipo, cuando tu partido te hace unas primarias y hay 107.000 parados, tener el atrevimiento de decir que todo va bien es sorprendente y una equivocación”.