Rajoy promete 2,5 millones de puestos de trabajo

17/06/2015

Luis Díez.

Nadie es más feliz en nuestros días que la persona empleada. Por más que el bueno de Lafargue se revuelva en su tumba, desde los Vedas y los Puranas sabemos que la benevolencia llevada hasta el abono de un salario por el sudor del trabajo nos hace felices a fin de mes. O al menos, lo parece. Esa relación entre el dinero en el bolsillo y la alegría en nuestros corazones va a ser la clave de la precampaña electoral del PP. El presidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy, la esbozó en sus respuestas a Cayo Lara y Rosa Díez en el pleno del Congreso del miércoles, 17 de junio, cuando dijo que en la próxima legislatura tendremos un país con 20 millones de personas trabajando. ¡Albricias! Adorado sea Buda y cuantos santos y dioses nos alejen del martirio del paro y la pobreza.

Unas horas antes de abordar los cambios en su partido y en el Gobierno, Rajoy respondía a los dirigentes salientes de IU y UPyD sobre las recomendaciones del FMI para España afirmando que sólo son eso, “recomendaciones”, y recordando el dato más interesante del informe, el crecimiento del 3,1% este año, el doble de la UE y dos décimas por encima del previsto por el Gobierno. Esto quiere decir más empleo. Rajoy se reafirma en su pronóstico del millón de puestos de trabajo entre 2014 y 2015. Pero lo más importante es su promesa de crear 2,5 millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura.

La promesa no se oyó bien porque el presidente de la Cámara, Jesús Posada, cronometra muy bien y le cortó el micrófono cuando se disponía a “proferirla”, que diría Paul Lafargue. Pero en la siguiente respuesta, a Lara, la dejó clara: “Ya hay menos personas en paro que cuando llegamos al Gobierno y en los próximos años 20 millones de personas podrán trabajar”. Nada más hay que hacer la cuenta de la diferencia entre los 17,45 millones de trabajadores en activo y la previsión de Rajoy para concluir que los 2,5 millones de empleos son la promesa electoral que está pergeñando.

Rajoy no da detalles. Graham Greene recomendaba no entrar en detalles cuando las mentiras y medias verdades pueden estimular a los detectives. La sagacidad la deja para la oposición, para Lara que le volvió a preguntar: “¿Podría vivir usted con 648 euros al mes?” Es el salario mínimo interprofesional. Es el sueldo que percibe un tercio de los asalariados de este país.

Con más tiempo, la socialista asturiana María Luisa Carcedo, una mujer incisiva con una oratoria sencilla y cercana que da gusto oírla, hilvanó una interpelación al ministro de Sanidad y Asuntos Sociales, Alfonso Alonso, sobre la pobreza infantil y sus múltiples causas, en la que invocó otro informe del FMI que señala que un euro entregado a las rentas más baja genera tres en cinco años y el mismo euro a las más altas genera 0,1 en el mismo periodo.

Salarios bajos, inestabilidad laboral, contratos por obra y a tiempo parcial, subvenciones diversas a la contratación rotatoria y otras técnicas al dictado de la patronal y sin derechos sociales son el presente y el futuro que nos espera. No cabe engarse con los espejismos y recuerdos. El poeta Carlos Álvarez popularizó un lema: “Para estar peor de lo que estamos habrá que remontarse a los tiempos venideros”. Esos tiempos llegarán después de las elecciones de noviembre.

Mientras tanto, Rajoy apuntó la otra gran directriz de su campaña: leña al PSOE, y en particular a Pedro Sánchez, al que culpó de dar el poder a “grupos extremistas”. Se refería a Podemos, no al español españolista Albert Rivera que ha facilitado 16 alcaldías de otras tantas capitales de provincia al PP. La irritación de Rajoy es catedralicia. Sánchez le preguntó sobre la afirmación del presidente de RTVE de que es y será votante del PP. Que José Antonio Sánchez es de derechas lo saben todos los periodistas desde hace muchos años, desde sus tiempos de corresponsal parlamentario del ABC. Lo que pasa es que entre la gente de sangre nueva, la memoria no va más allá de la ultima década. Rajoy le contestó que el voto es libre y que las opiniones del presidente de RTVE “no afectan para nada a la independencia informativa suya, ni de los funcionarios de la televisión española«. El socialista le replicó: “No insulte a la inteligencia”.

De sobra saben los ciudadanos que la primera medida de Rajoy nada más acceder al Gobierno fue utilizar la mayoría absoluta para cambiar la ley e imponer un presidente de la radiotelevisión pública de su cuerda. “Usted ha gobernado solo y contra todos; se ha ganado a pulso la soledad más absoluta, y aunque anuncie cambios en el Gobierno, el único cambio que esperan los españoles es el suyo tras las elecciones generales”, le espetó Pedro Sánchez. Rajoy le replicó con el espejo retrovisor sobre “España al borde de la quiebra”. Y entonces los diputados del PP se pusieron en pie para aplaudirle y refrendarle como líder. En ese contexto, el portavoz socialista Antonio Hernando denunció el concurso de seis licencias de Televisión Digital Terrestre (TDT) que se resolverá una semana antes de las elecciones. “¿Responde eso al martilleo en televisión sobre la corrupción, al que Rajoy atribuye la pérdida electoral?”. Le contestó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría diciendo que las TDT se dieron antes por decreto. “Con este concurso le han puesto la pistola en el pecho a las televisiones”, afirmó Hernando. Es el tercer elemento de la precampaña.

Rajoy abandonó el Congreso sin decir ni mu sobre los cambios en el Gobierno. Entre los diputados del PP se da por hecho el relevo del ministro de Educación, José Ignacio Wert; la probable presencia en el Ejecutivo de María Dolores de Cospedal, quien no ha recogido su acta de diputada autonómica en Castilla-La Mancha, y un papel más destacado del titular de Sanidad, Alfonso Alonso, como la cara amable del partido y del Gobierno. El exalcalde de Vitoria y exportavoz parlamentario fue el primero en el partido que abogó por los acuerdos con Ciudadanos (C’s). El mal rollo de Rajoy con CiU obliga al cambio del pernio y la bisagra.

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