Picaresca política

24/06/2015

Luis Díez.

Sazonada de ardides, martingalas y medias verdades, tiene la política más picardías que la novia de Guzmán de Alfarache, que como bien saben, fue la Pícara Justina. Hay en esta novela publicada hace 410 años en Medina del Campo y atribuida al dominico leonés fray Andrés Pérez un momento en que la reina Isabel de Castilla no sabe cómo decirle a su esposo Fernando de Aragón que va mal, y le pide que se fije en unas flores de la orilla del camino. “Son malvas”, dice Fernando. “Pues eso”, responde Isabel. Sin alegorías florales, para que mejor lo entienda, el líder del PSOE y ya candidato con bandera a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a repetir a Mariano de Pontevedra que cambie su política económica y fiscal porque sólo sirve para que la clase alta sea cada vez más alta y la media cada vez más baja. “¿Quién se recupera con su política, esos 8 millones que con su reforma fiscal van a recibir 52 euros anuales o ese uno por cien al que va a beneficiar con 72.000 euros al año?”, le inquirió. Rajoy sabe quiénes son sus electores y a quién debe beneficiar. Y aunque Sánchez le diga “malvas” y le prevenga de que sus operaciones presupuestarias para 2016, ofreciendo el oro y el moro, no le servirán para cosechar votos porque “no tiene ninguna credibilidad”, se muestra convencido de que “hay que perseverar en estas políticas y no volver a las suyas”.

El lanzamiento de “malvas” entre el gallego y el madrileño prosiguió entre el murciano del PSOE Pedro Saura y el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, quien aprovechó los tres minutos de su respuesta para pedir a Jordi Sevilla que asesore convenientemente a Pedro Sánchez sobre la progresividad del IRPF para que no diga tonterías. Saura le replicó que tanto Sánchez como Sevilla como él mismo son doctores en Economía y saben bien lo que es “progresividad y regresividad”. Y desde luego, muy progresivo no parece el reparto de los 9.000 millones de euros de reducción fiscal cuando a los 14,4 millones de ciudadanos que ganan menos de 22.000 euros al año les corresponderá el 24% de esa cantidad y a los que ganan más de 58.000 euros, el 58%. Se quejó Montoro de falta de tiempo para entrar al desbroce, aunque ironizó sobre la tesis de Sánchez porque se centra en la diplomacia económica, que para él, pese al jaleo de la Marca España y al fomento de la exportación, “de economía tiene poco”.

Mandilandingas aparte, se vivió en el pleno de este 24 de junio un ejercicio dialéctico interesantísimo del diputado de Amaiur Jon Iñarritu. Ni la Pícara Justina habría utilizado la mayeútica con tanta pericia como el vasco para colocar a Rajoy en la contradicción entre el fuerte compromiso adquirido con el proceso de paz en Colombia, incluyendo la ayuda económica, y la velocidad caracol en el proceso vasco. Viéndose atrapado se agarró el de Pontevedra al cable de la legalidad, como si el Gobierno del PP no hubiera hablado con ETA en el pasado y al ardid etimológico: “Allí ha habido una guerra entre dos bandos y aquí ha habido una banda”. Iñarritu le pidió, en todo caso, que mantenga el apoyo al presidente Santos y al proceso de paz porque los ultras del expresidente Uribe intentan que descarrile.

De la picardía gubernamental para nombrar a la persona conveniente al frente de la Sala de Reparto de la Audiencia Nacional y no a la persona de la terna que eligió la propia Audiencia habló el portavoz socialista Antonio Hernando. Resulta que persona designada e impuesta por el Ejecutivo fue compañera de estudios de Rajoy entre 1972 y 1977, cuando cursaba Derecho en Pontevedra. Hernando dejó el dato como una prueba más del alto interés del jefe del Ejecutivo en tener información de primera mano de los casos que llegan a la Audiencia y del reparto de los asuntos. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría enmudeció. Y puesto que Hernando se refirió a las nuevas prerrogativas de la “ley mordaza” (de Seguridad Ciudadana) para sancionar a los periodistas y al cese de dos comisarios de policía por haber hablado con la oposición, Santamaría ironizó: “¡Acabáramos! Sólo le preocupa el cese de dos policías, no los 68.000”. Y añadió los consabidos reproches “por pactar con los radicales que no respetan a las víctimas ni el más mínimo de los derechos humanos”. Ciertamente, Justina lo habría dicho mejor, con mayor gracia y justeza, sin tomar la parte por el todo y con la gracia del color de las flores y llamando “lilas” a los que Santamaría denomina “radicales”. Todo eso hemos avanzado.

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