El poder no tiene sexo, pero corrompe igual

24/07/2015

Miguel Ángel Valero. Magistral duelo entre Manuela Paso y Carmen Machi en la “Antígona” del 61 Festival Internacional de Mérida.

antigona en merida

El 61 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida vivió el 17 de julio un magistral duelo entre Manuela Paso y Carmen Machi en la versión libre de la “Antígona” de Sófocles por parte de Miguel del Arco. Sin menospreciar el trabajo del resto del reparto (Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, Raúl Prieto, José Luis Martínez, Silvia Álvarez y Santi Marín), la lucha dialéctica entre las actrices que dan vida a Creonte (Carmen Machi) y a Antígona se ‘come’ el Teatro Romano de Mérida.

Y eso que Carmen Machi se la jugaba en “Antígona” por partida doble. Es mucho más conocida su vis cómica, por lo que la vena dramática exigía un esfuerzo especial. Y además Creonte, rey de Tebas, casi siempre ha sido interpretado por actores.

Manuela Paso no tenía ese problema, pero también está sublime en su papel de Antígona. El duelo no tiene vencedor. Realmente, sí: quien gana es el público, es el teatro. Aplaudieron en el estreno de “Antígona” hasta las piedras del Teatro Romano,  que han contemplado de todo en los 61 festivales de teatro clásico de Mérida.

Además del duelo entre actrices y del morbo que puede generar ver a Carmen Machi haciendo de rey de Tebas, lo más importante es el mensaje de la obra de Sófocles. El enfrentamiento entre Creonte y su sobrina Antígona muestra que el poder no tiene sexo., Y que siempre corrompe.

En un momento como el actual, donde la corrupción está siempre en la primera línea informativa, hay que recordar que “Antígona” fue representada por vez primera en el año 442 antes de Cristo. Con esta obra, Sófocles quiso advertir a la recién nacida democracia griega el peligro de la corrupción.

Miguel del Arco opta por una escenografía minimalista, transmitiendo que el poder, y la corrupción que siempre lo acompaña, es el mismo que en la Grecia clásica.

Creonte afirma: «Tus manos están atadas tanto como las mías, pues nadie puede actuar fuera de la ley». Antígona le responde con una pregunta: «¿se debe obedecer un ley que es inhumana?». «A nadie podremos decir que conocemos hasta no verlo en el ejercicio del poder», reconoce Creonte en otro momento de la obra. «La sensatez es la primera condición de la felicidad», proclama el coro.

Esta brillante reflexión sobre el poder y sobre la corrupción parte de una discusión. Antígona, una mujer que ha padecido los estragos del poder y de los poderosos prácticamente desde el primer día de su vida, quiere enterrar a su hermano, muerto mientras atacaba su ciudad natal. Creonte no quiere darle sepultura para que esa alma camine en pena entre los mortales.

En “Antígona” se enfrentan dos nociones del deber: la familiar, caracterizada por el respeto a las normas religiosas y que representa Antígona, y la civil, caracterizada por el cumplimiento de las leyes del Estado y representada por Creonte, un político convencido de que las decisiones que toma son la mejor opción posible para Tebas y que quiere darle lo que el pueblo pide. El enfrentamiento se ve enriquecido por el hecho de que la hermana de Antígona, Ismene (papel que desempeña Ángela Cremonte) ve de otra manera el problema.

Es el enfrentamiento entre el individuo y la sociedad, entre lo espiritual y lo civil, entre el Derecho natural o moral y el Derecho positivo. En el fondo, la pregunta que plantea Sófocles, cuáles son los límites del poder del Estado, es de la máxima actualidad ahora que la sombra del Gran Hermano en pro de la seguridad es tan alargada.

“Antígona” narra el enfrentamiento de una muchacha con la máxima representación del Estado. El problema es que ambas partes tienen razón, o creen tenerla. Y que ninguna de ellas puede ceder, porque entonces dejan de ser lo que son. En la discusión, cada uno “debe aferrarse de la manera más estrecha a sí mismo”.

Antígona y Creonte se obcecan en sus posturas. No escuchan. Mientras los demás personajes comprueban “cuán horriblemente fácil es que el ser humano quede reducido a menos de lo que es o transportado a más de lo que es”. Y que “de la suerte que el destino tiene asignada a los mortales, no hay quien pueda evadirse”.

Mérida, capital del teatro

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que cuenta entre sus patrocinadores con Reale Seguros (que cada año lleva a un grupo de periodistas a la capital extremeña), ha llevado a “Medea” (`por partida doble, la dramaturgia de Vicente Molina Foix y la obra de Séneca), “Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano” (de Mario Gas), “Edipo Rey” (de Sófocles, como “Antígona”).

Están hasta el 26 de julio “César & Cleopatra” (dramaturgia de Emilio Hernández); del 29 de julio al 2 de agosto y del 5 al 9 de agosto “La asamblea de mujeres”, de Aristófanes; del 12 al 16 de agosto “Hércules” (texto de Miguel Murillo); y del 19 al 23 de agosto “El cerco de Numancia”, de Cervantes.

Hasta el 31 de agosto estará en la sala de exposiciones Santa Clara (calle Santa Julia, 5) la “Colección Espinola. El libro de las máscaras”. Hasta el 30 de septiembre, en el Museo Nacional de Arte Romano, “Lusitania Romana. Origen de dos pueblos”. En el Museo también hay un ciclo de conferencias sobre las obras representadas en el Festival. El pasacalles “Nueve musas” de Karkik Danza Teatro actúa el 25 de julio y los días 1,8, 15, 22 y 27 de agosto.

En el Templo de Diana, Pórtico del Foro y Termas (calle Pontezuelas) tiene lugar “Augusto en Mérida”, un conjunto de actividades de Taptc? Teatro para divulgar la cultura clásica mediante representaciones teatrales, proyecciones cinematográficas y talleres formativos.

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