Las redes sociales estimulan la dependencia emocional

28/07/2015

Miguel Ángel Valero.

Las nuevas tecnologías, entendidas en sentido amplio e incluyendo a las redes sociales y al WhatsApp, están detrás del incremento de casos de dependencia emocional en España. Es una de las conclusiones, sorprendente pero desde luego, alarmante, del Congreso Internacional de Patología Dual, que se celebró del 17 al 20 de abril en Barcelona.

La dependencia emocional es una patología que hace referencia a una necesidad enfermiza de cuidado y protección, que provoca una falta de funcionalidad y autonomía en la persona.

. “Antes cuando se perdía la relación con un amigo o se terminaba un noviazgo se cumplía un período de duelo, sin contacto, que favorecía la reconstrucción de la vida de una manera razonable. Ahora, siempre existe la posibilidad de saber algo de la otra persona, ‘espiar’ su Facebook, revisar su última conexión a WhatsApp o mirar sus fotos de las vacaciones”, señala la doctora Rosa Fernández Marcote, de la Sociedad Española de Patología Dual. Esta psicóloga clínica insiste que “en los últimos cinco años el número de diagnósticos, su intensidad y complejidad, ha crecido bastante”.

La dependencia emocional es igual que cualquier otro tipo de adicción, aunque el objeto no sea una sustancia sino una persona: deseo irrefrenable, necesidad de contacto, pérdida de control, modificación de los patrones estables de personalidad, entre otros efectos. Distorsiona a la persona que la padece y varía su comportamiento normal en el entorno laboral, familiar, social y emocional. Es frecuente que el afectado se dé cuenta de que tiene una relación perjudicial con otra persona, pero cuando intenta romper el vínculo con ella siente que no puede.

En este sentido, las redes sociales suponen una dificultad añadida en la ‘desintoxicación’ o deshabituación de las personas. “La posibilidad de contactar por móvil, Internet, chat, y otros muchos canales hacen que la dependencia emocional se convierta en algo más impulsivo por la facilidad en el contacto con la persona ‘tóxica’. Los psicólogos señalan que “muchas de las personas que tratamos reconocen que tener tantas opciones de contacto no ayuda a olvidar a la persona, sino que alimenta la adicción”.

Y se produce un cóctel muy peligroso: adolescencia, una etapa en la que el ser humano es especialmente vulnerable a la dependencia emocional, y redes sociales, que son la principal (si no única) vía de comunicación de estos jóvenes.

“Las redes sociales son una buena oportunidad para que los hijos aprendan a sociabilizarse y a ganar habilidades sociales, para que vayan cogiendo confianza con su propio entorno y para que vayan consolidando su grupo de amigos. No es bueno restringir completamente la actividad de los adolescentes en este aspecto, pero tampoco dejarles completamente a su aire. Si no ponemos ciertos límites a su actividad no llegaremos a conocer nunca en qué entorno se mueven y quiénes son sus amistades. Muchas veces el problema no es la posibilidad de contacto con gente tóxica, sino que se toxifican relaciones con amigos o con la pareja y resulta imposible distanciarse”, opina esta experta.

La dependencia emocional es más frecuente entre las mujeres, según Rosa Fernández Marcote, porque “cultural e históricamente muchas mujeres han autorizado a sus parejas para llevar las riendas de su vida y han perdido su capacidad de ser autosuficientes, creyendo que necesitan a otra persona para salir adelante”.

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