Prisas nucleares

25/03/2011

Maite Vázquez del Río.

Lo nuclear está en crisis. Tras la catástrofe japonesa y con la central de Fukushima descontrolada y a punto de que ocurra lo peor, en España se ha abierto de nuevo el melón, nunca cerrado, de la conveniencia de lo nuclear si, o lo nuclear no. A la espera de que escampe la radiactividad japonesa, el Gobierno español se ha comprometido a revisar y aplicar los tan de moda test de estrés a nuestras centrales nucleares y ha asegurado que aquellas que no cumplan los requisitos de seguridad serán cerradas.

Las energías renovables se han convertido en la alternativa más limpia y menos contaminante, además de segura, pero sigue siendo muy cara, así que no se puede cortar por lo sano con la energía nuclear que abastece, nada más y nada menos, que el 22% de nuestro consumo.

Los españoles hasta nos habíamos acostumbrado a su existencia y convivíamos con la polémica, ignorantes y sin curiosidad también por saber qué energía alumbra nuestras bombillas.

Hasta resultó más que sorprendente conocer la cantidad de localidades que se han presentado para ubicar el almacén de residuos nucleares, alegando que el desempleo es peor que el miedo a la radioactividad nuclear.

En estas se encontraba el Gobierno, en concreto el Ministerio de Industria, deshojando la margarita sobre quién era el candidato más idóneo, después de haberse elegido a los finalistas (dos en Valladolid: Melgar de Arriba y Santervás de Campos, y también en Castilla y León, el palentino Congosto de Valdavía; en la comunidad castillano-manchega, el conquense Villar de Cañas y el alcarreño Yebra; en Cataluna, Ascó (Tarragona) y en la Comunidad Valenciana, Zarra; y en Extremadura el cacereño Albalá), cuando los cinco reactores de  Fukushima amenazan con provocar la mayor catástrofe nuclear de la historia.

Habría ahora que preguntar a esos pueblos si siguen interesados y mantienen su oferta para albergar el almacén nuclear. Por si acaso, en Industria parece que quieren acelerar el proceso y elegir la ubicación definitiva para empezar a construir las instalaciones. Así ya nadie podrá dar marcha atrás.

Ahora solo se trata de buscar un consenso entre los expertos del Consejo de Seguridad Nuclear y los políticos de todos los grupos parlamentarios, y sobre estos últimos corren malos tiempos, teniendo como tienen las elecciones autonómicas y locales a la vuelta de la esquina, con la seguridad nuclear como patata caliente.

Al margen se quedan las inspecciones que se deberá hacer ahora de todas las centrales nucleares, a instancias de Moncloa, desde donde nos quieren garantizar que en España todas las centrales son seguras porque no estamos expuestos a movimientos sísmicos de tanta magnitud ni a tsunamis como en Japón. Aún así, para que durmamos tranquilos van a revisar los sistemas de seguridad de cada central. De momento ya sabemos que lo peor que puede pasar es la fusión del núcleo, sin olvidar los años de funcionamiento que les quedan.

Mal síntoma es que vayamos por detrás de los acontecimientos. Angela Merkel, Nicolas Sarkozy… José Luis Rodríguez Zapatero… se apresuraron a confirmarnos que se revisarán todas las centrales nucleares de sus respectivos países tras lo de Fukushima. Lo extraño es que todos presuponíamos que estas revisiones son de por sí permanentes.

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