La presentación de la nueva colección Femme Bleue (La Mujer Azul) del diseñador italiano  se convirtió en uno de los eventos mediáticos y sociales de la temporada. La firma italiana es garantía de éxito, pero hay que destacar la simpatía, accesibilidad y saber estar de Roberta Armani, atendiendo  con la mejor de sus sonrisas a todo el que se dejaba ver por Ortega y Gasset 16 -más de seiscientas personas, excelente convocatoria y gran trabajo del equipo de comunicación de la marca, liderado por Vera Herrero-. Roberta alargó la fiesta en un céntrico local madrileño con idéntica predisposición y me consta que no abandonó el papel de perfecta anfitriona ni al día siguiente: continuó agradeciendo la buena acogida a los invitados con los que coincidió en el Villa Magna a la hora del aperitivo. Una embajadora de un emporio mundial que no escatima en educación y atenciones cuando la ocasión lo requiere, claro ejemplo de que la clase no se puede comprar.

Encantador igualmente el director de la tienda, Michelangelo Amicizia, intentando conversar con el mayor número de asistentes para explicarnos que cada una de las tres plantas del amplio local madrileño, se han  estructurado en función a la nueva colección, inspirada en los nómadas del desierto y en diversas tonalidades de azul.  La conforman  prendas que en la firma califican como totalmente monótonas: mates, brillantes, con cristales, repletas de lentejuelas, iridiscentes, con capas, transparentes.

Los mayores elogios se los llevó la colección de noche, sobria y distinguida: daban ganas de soltar de sus perchas alguno de los modelos más refinados para lucirlos in situ, algo que ya hacían con estilo Laura Sánchez -espectacular con un Armani negro asimétrico con escote halter-, Nieves Álvarez -con las iniciales de sus tres hijos colgadas al cuello-, Eugenia Silva -enfundada en raso-, Isabel Preysler -luciendo vestido con escote de pedrería de la firma- o Natasha Yarovenko -seduciendo con bustier de Emporio Armani.

Twitter: @CarmelaDf