No esperen una tierra idílica cuando visiten esta mítica isla indonesia. Bali no cuenta con playas paradisíacas de arena blanca ni es el paradigma de la calma y el relax. Sus pésimas carreteras y su congestionado tráfico -al estilo de las cercanas Manila y Yakarta- convierten cualquier trayecto, incluso los cortos, en desplazamientos de dos, tres y cuatro horas. Los exasperantes atascos forman parte de la esencia de esta isla. Y el interior es Indonesia en estado puro: esto implica pobreza extrema, viviendas destartaladas y suciedad a pie del camino. A pesar de esta carta de presentación en Bali van a toparse con maravillas a la vuelta de cada esquina.

Los templos. Bali es la isla de los doce mil templos. A cada cual más bello y sorprendente. Son omnipresentes, como las ofrendas a los dioses de alimentos, caramelos y flores, perfectamente colocados sobre hojas de palmeras, con los que tropezarán a cada paso. Los templos están ubicados en el interior de las montañas, sobre manantiales, pendiendo de acantilados, sobre el agua del mar, en cada casa, calle y rincón recóndito… Algunos de los que no deben perderse:

– Uluwatu. Ubicado sobre un bestial acantilado sobre el océano índico es uno de los más espectaculares de toda la isla y en días claros ofrece una visión de la puesta del sol inolvidable.

– Tirta Empul. Está construido junto a un manantial de agua sagrada, rodeado de estanques y en medio de una vegetación exuberante.

– Tanah Lot. Este templo se edificó justo encima de unas rocas ubicadas en medio del mar. Es recomendable visitar el templo al atardecer o amanecer para poder apreciar las impresionantes vistas de la salida y la puesta del sol.

– Templo Batur. Está situado a unos 900 metros sobre el nivel del mar y se puede observar frente a él la belleza del volcán Butur y el lago que ha aparecido en medio del cráter.

La naturaleza. El interior de la isla, especialmente la zona norte, destaca por una vegetación impresionante. Todo se tiñe de verde intenso y está salpicado de mil y una flores.

– El volcán. El Batur es el más alto de toda la isla, todavía en activo (hay días que expulsa humo y cenizas) y cuenta con un cráter enorme y muy profundo. Desde su cima podrá gozar de unas vistas hermosas de todo Bali y en días soleados se aprecia la maravillosa isla de Lombok e incluso se alcanza a contemplar su monte más alto, el Rinjani.

– Los arrozales. A lo largo de la isla se pueden apreciar centenares de plantaciones de arroz en el mismo borde de las carreteras. Pero son de imprescindible visita los que ofrecen interminables vistas de terraza: Jatiluwih y Tegallagan.

Las playas. Bali no destaca por tener unas fabulosas playas para el bañista pero sí para los surferos. Esta isla es lugar de peregrinaje obligados para los fanáticos de bailar entre olas, especialmente de los australianos debido a la cercanía entre ambas islas.

– Kuta. Kilómetros de playa con enormes olas y una de las localizaciones más animadas de Bali. Restaurantes de todo tipo, ajetreo permanente y miles de tiendas (incluyendo mercados tradicionales) hacen las delicias de los viajeros que huyen de la tranquilidad.

– Seminyak. Se trata, junto con Jimbaran, de una de las localizaciones más elitistas de Bali. Nos encontramos ante una larga playa de arena blanca rodeada de tiendas, restaurantes y hoteles de lujo.

– Jimbaran. La bahía de Jimbaran, al sur, cerca de la capital Denpasar, cuenta con una larga y playa tranquila que acoge los hoteles de lujo: Four Season (no se pierdan una puesta de sol en su fabuloso restaurante Sundara, sobre la misma arena del mar, muy, muy recomendable), Meridien e Intercontinental. Aquí se ubican también varios beach clubs de lujo y un restaurante colonial con un encanto especial: Balique. Son muy famosos los chiringuitos que al atardecer colocan sus mesas sobre la arena para la cenar alumbrados por miles de velas a escasos metros de la orilla.

– Si lo que buscan son rincones de mar al estilo de las calas españolas deben acudir a Padang-Padang (aquí se celebra una de las competiciones de surf más importantes del mundo), a Blue Point y a Dreamland.

Las compras. Bali es el paraíso de la artesanía. Trabajan como nadie la madera (puertas, tallas, figuras, marcos…) y sus magníficas esculturas de piedra forman parte de lo más sorprendente de la isla. También ofrecen preciosos cuadros y grabados, y para todos los bolsillos (no dejen de visitar la casa del pintor en Ubud). La tela batik (conocida como sarong o pareo) es la típica de la zona, confeccionada a mano en infinitos colores y diseños.