Con Rajoy en el bar

17/09/2015

Luis Díez.

Pasaban de las tres y media de la tarde cuando el grupo de semovientes humanos salió al patio del Congreso y torció a la derecha, cruzó la calle de Zorrilla, siguió en línea recta por la de Jovellanos y se metió enseguida en Casa Manolo, el histórico establecimiento famoso por sus exquisitas croquetas y otras viandas. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que encabezaba el grupo con Soraya Sáenz de Santamaría, el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, y el presidente del Congreso, Jesús Posada, se mostraba relajado y satisfecho de haber culminado la tramitación del Presupuesto para 2016 y aceptaba con eutimia o buena disposición las fotos y los saludos de los sorprendidos parroquianos que entraban y salían. Para mayor lata, les colocaron en la primera mesa junto a la puerta, separada del espacio de la barra por una marquesina con reposabrazos de mármol y tablillas de confesionario.

Algunos periodistas, ojo avizor, esperaron a que los comensales dieran cuenta de las croquetas, los platillos de riñones en salsa, que a Rajoy le encantan, y otras raciones de esas que se toman los seres racionales en los bares (Siniestro Total), y luego atacaron con algunas preguntas de baja intensidad sobre la situación política. El presidente correspondió al diálogo en plan informal y sin profundidad. No era el momento ni el lugar, lo que no quita que aprovechara la ocasión para lanzar alguna puya sobre el trato que le dan determinados medios de comunicación. Ya sabemos que España no faltan opinadores y jefes de redacción proclives a tratar al presidente de gobierno (cualquier presidente) y a los ministros peor que a sus criados.

Sobre la situación económica cabe esperar que no se tuerza. Sobre la guerra en Siria y la avalancha de refugiados hacia Grecia y Alemania, toda espera es espera de seguir esperando (Antonio Machado). Sobre su afirmación de que “hay que actuar en origen”, es decir, en Siria, sólo un comentario: “Nadie sabe cómo”. Desde luego no parece que los gobiernos europeos y en concreto el español vayan a poner pie en tierra y ocupar el país y derribar al tirano Bashar al Asad, un personaje con mucho apoyo de lo que el diplomático Javier Rupérez llama “el putinato” ruso.

El presidente comenta que sus próximos viajes, los últimos de la legislatura, serán a Turquía –el aliado imprescindible para ajustar las cuentas a Asad, no para machacar al pueblo kurdo precisamente–, a Nueva York para asistir a la Asamblea General de la ONU en defensa del famoso diálogo de las civilizaciones y a las cumbres de Bruselas. El resto será campaña en Cataluña y luego en España. Rajoy mueve afirmativamente la cabeza cuando un periodista le comenta si la encuesta del CIS que da mayoría absoluta a los secesionistas catalanes no ha sido cocinada en clave de movilización del electorado de los partidos unionistas.

Antes de todo eso, el viernes, 18 de septiembre, acudirá a la boda del vicesecretario general de su partido y exalcalde de Vitoria, Javier Maroto con su novio José Manuel Rodríguez. El enlace será a las ocho de la tarde en el salón municipal de plenos y reunirá a los principales dirigentes del PP en toda España y también en Cataluña. ¿Quién iba a decirle hace una década, cuando rechazaba con toda su fuerza argumental el matrimonio entre personas del mismo sexo que acabaría asistiendo a una celebración de estas características y gritando vivan los novios?

Para no profundizar en esa contradicción cambia de tercio y recuerda la vez que el entonces alcalde de Vitoria y hoy ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, presente en la mesa, le invitó a un partido del Alavés. “La gente se dio cuenta de que estaba allí y comenzó a gritar: “¡Mariano quédate, Mariano quédate… sin respiración”. (Risas, carcajadas). “Este decía que los que gritaban era un grupo pequeño… Ya, ya pequeño; yo creo que eran las tres cuartas partes del estadio”. La conversación deriva hacia el fútbol, que es lo que le gusta, y sorprende a los periodistas citando de memoria dos delanteras históricas del Aleti de Bilbao. “El Bilbao era en aquel entonces el equipo favorito de la mayoría de los españoles”, asegura. Uno sospecha si a falta de aliados no estará dando una puntada con hilo dirigida al PNV. Por cierto que en el Consejo de Ministros hay mayoría de partidarios del Atlético de Madrid que del Real Madrid. Quiere decirse que él está en minoría. Termina la conversación y Rajoy y sus compañeros vuelven al pleno, donde se tramita en lectura única y sin dilación la proposición de ley que permitirá al Tribunal Constitucional sancionar e incluso echar del cargo a los presidentes autonómicos que no cumplan las sentencias. Eso va por Artur Mas y sus aliados que insisten en que con la mitad más uno de los escaños (68) en las elecciones autonómicas del día 27 es suficiente para iniciar el “proceso de desconexión” con el Reino de España y sacar de remojo los mimbres para empezar el cesto de un Estado propio. Cosas veremos.

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