Hasta el 10 de enero de 2016 puede contemplarse en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, 23, Madrid) la primera retrospectiva que se organiza en España en más de 30 años del pintor francés Pierre Bonnard (1867-1947). Es una gran oportunidad para descubrir un artista clave en la transición del postimpresionismo al simbolismo.

Pero sobre todo para huir del tópico. El considerado «el pintor de la felicidad» tiene una extensa obra compleja y con muchos matices, que además evoluciona desde la influencia de la estampa japonesa y de Gaugin, a cuadros sobre el mundo cotidiano, y a pinturas murales de gran tamaño.

Con apenas 20 años, Bonnard funda el grupo de los Nabis (profeta, en hebreo), donde manda la exaltación del color, y especialmente la trascendencia mística y enigmática de las composiciones, que recurren a la simplificación de las formas.

Posteriormente, se refugia en el mundo cotidiano, en la intimidad de su hogar, pero con claras referencias a la soledad o al erotismo más tierno, creando siempre una atmósfera cargada de misterio. Lo que obliga a contemplar las obras de Bonnard con mucha atención si se quieren captar todos sus sutiles mensajes.

En esta etapa, destaca su predilección por el cuerpo desnudo, convirtiéndose el artista en un ‘voyeur’ de la intimidad femenina. Son obras llenas de misterio, melancolía, sensualidad y erotismo, entre las que sobresale «Bañera» (1925).

Llaman también la atención sus retratos, en los que Bonnard prescinde del contexto, de los artificios y de los posados, para presentar al personaje (sobre todo en sus autorretratos) despojado de todo, revelando la angustia existencial y la profunda soledad que sufre el artista.

Sus estancias en Normandía y la Costa Azul le ayudan a descubrir las posibilidades pictóricas del paisaje. Bonnard opta por una interpretación arcádica de la naturaleza, en la que el hombre está en completa sintonía, con obras saturadas de luz y de color, con todos los matices del amarillo y una presencia irradiante del azul hasta tal punto que llega al ultravioleta.

En la misma línea se sitúan las obras destinadas a la decoración mural de residencias de sus clientes, con escenas paradisiacas que mezclan personajes contemporáneos con seres mitológicos, siempre en edénica sintonía con la Naturaleza.

Notables son sus dibujos, especialmente por el sentido del humor que muestran. Llaman, en cambio, menos la atención sus fotografías, quizás porque su única pretensión era la de formar parte de un álbum de recuerdos.