La dirección de la petrolera avanza en la elaboración del plan estratégico para los próximos cuatro años en un complicado contexto marcado por la debilidad e inestabilidad de los precios del crudo -en el entorno de los 50 dólares el barril para el Brent (referente en Europa)- y del West Texas, que se paga entre los 46 a 48 dólares. Estas cotizaciones muestran las drásticas caídas registradas desde agosto del pasado año (el Brent estaba a unos 110 dólares), mientras que la trayectoria en los doces últimos meses refleja le elevada volatilidad.
Repsol comparte problemas con otras petroleras del mundo por este escenario, así como por la falta de expectativas de cambios sustanciales a corto plazo en el mercado. Si bien la compañía que preside Antonio Brufau cuenta con un factor especial: la compra de Talisman sobre la base de unos precios del petróleo de 85 dólares en 2015 y 93 dólares en 2016, que no se están cumpliendo en este ejercicio y con escasas posibilidades de un giro radical de cara al próximo año.
Como consecuencia las acciones de la petrolera se desploman en Bolsa – vuelven a las de hace tres años- y es objeto de negativos informes de expertos -que no siempre están centrados en los datos-, pero que influyen en el mercado bursátil.
En estas circunstancias el plan estratégico, que se espera para el próximo trimestre, despierta un interés creciente entre analistas y gestores de inversión. Las líneas básicas van a ser la reducción de costes, a través de un plan de eficiencia, el enfoque en los proyectos de upstream (exploración y producción de hidrocarburos) más rentables y un programa de desinversiones. Y con la vista puesta en la mejora del valor, para lo que mantener el rating de las agencias de calificación es un tema irrenunciable.
Si bien la cifra de desinversiones barajada por la compañía hace meses era de 1.000 millones de euros, la cantidad podría ser más elevada. Medios del mercado citan la planta canadiense de gas natural licuado (GNL), Canaport, para la que ha buscado socios internacionales, entre los posibles activos a vender o reducir. Pero habrá más, aunque la debilidad del mercado de los hidrocarburos dificulta realizar desinversiones en proyectos o yacimientos porque también otras multinacionales están en posición vendedora.
Otra posibilidad que se da por hecha es la venta del 10% de CLH; pero lo que Repsol va a intentar no incluir en el plan es la salida del capital de Gas Natural, por más que pueda ser recomendada por algunos accionistas de la petrolera, bancos de inversión, brokers y pese a que acumule plusvalías. Cuenta con el 30% de GN, empresa que tiene una capitalización bursátil de 18.270 millones de euros, es decir, más elevada que la petrolera.
Es una participación que, junto a los dividendos, aporta diversificación dentro del sector de hidrocarburos. Además el cambio del perfil de Repsol por la compra de Talisman, por más que se ha realizado a precios muy elevados con las actuales cotizaciones del petróleo, puede ser reconocido por el mercado más a largo plazo. Ha ampliado un 76% la producción y un 55% las reservas y ha reducido la exposición a América Latina, aunque la aportación actual sea mucho menor de la prevista y la rentabilidad se posponga. Por tanto, si se puede, se esperará y no se tomarán decisiones irreversibles.
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