Las cosas marchan mal en la reforma de la negociación colectiva. Los agentes sociales se quitaron de encima la losa de negociar a contrarreloj, ante las urgencias dadas por el Gobierno, y para que éste no desconfiara, hasta le aseguraron que a “mediados” de abril estaría listo el acuerdo.

El presidente del Gobierno no debió creérselo del todo, porque en Bruselas, pactando acuerdos de estabilidad, competitividad, productividad… aseguró a sus colegas comunitarios que dicho acuerdo estaría firmado a “finales” del próximo mes. ¿Le falló la memoria o fue un despiste intencionado?

Sea como sea, lo cierto es que en estas negociaciones, como en las realizadas con el Gobierno para pactar la reforma de las pensiones, se ha firmado un pacto de caballeros para no sacar ningún “papel” de lo que se está hablando a los medios de comunicación, este pacto ha fallado y alguien hay que no es tan caballero como se había comprometido.

Asistimos en este momento, entre bambalinas, a la ya clásica guerra de acusaciones, una vez que se ha desvelado el documento con las propuestas de la CEOE y la posición que mantienen los sindicatos sobre algunas de ellas –recogido por diarioabierto.es– de “has sido tú; ¿yo?, venga no disimules, has sido tú”… Cuando todo parecía dar a entender que se iba avanzando, ahora de golpe, como en la canción, se dan dos pasos para atrás.

¿A quién beneficia esta situación? Evidentemente, a la negociación no. Si se analiza lo destacado de la “filtración”, parece que los empresarios están cargados de razón en su petición de poner límite al tiempo en que ha de negociarse un convenio para su renovación.

Lo extraño es que se destaque esta cuestión cuando en el documento aparecen otras de mayor calado, que pasan casi como de tapadillo al final de la información filtrada. Porque, ¿qué diría cualquier trabajador o representante sindical si le proponen que se deje al empresario modificar “sustancialmente” las condiciones de trabajo o, incluso, el descuelgue salarial –de no existir el arbitraje-  “solo informando a los trabajadores”.

¿Y si al empresario se le da “vía libre” para los ERE’s temporales o de movilidad funcional?, tal y como proponen en el documento, donde se agrega que de cualquier modificación de las condiciones laborales se informaría en estos casos “cuando al empresario le sea posible”.

Y, por último, qué sindicato puede aceptar que  se creen convenios “supraempresariales” para aquellas empresas de pequeño tamaño que “puedan no estar interesadas en tener convenio colectivo propio”.

Conociendo a las organizaciones sindicales, y tras el abaratamiento del despido por decreto ley, no parece que vayan a comulgar con estas nuevas ruedas de molino. Si la CEOE no varía estos planteamientos, el acuerdo, no es que no esté listo para mediados de abril, es que no podrá firmarse nunca.

Son por estas diferencias, que como de pacto de caballeros empezamos hablando y los sindicatos no han proclamado su indignación por los cuatro vientos, por las que en el Ministerio de Trabajo vuelven otra vez a la carga con los plazos. El responsable de esta cartera, Valeriano Gómez, ha vuelto este martes a salir a la palestra dando un “toque” de atención a los agentes sociales, asegurándoles que en junio el acuerdo debe de estar cerrado. Patronal y sindicatos saben que el Gobierno tiene su propio documento redactado desde hace meses, y que de llegar junio sin nada pactado, al Ejecutivo no le dolerán prendas en volver a aprobar otro decreto ley.