El plan estratégico de Repsol para los próximos cuatro años tiene un objetivo básico, la reducción de costes para adaptarse a un entorno complejo por la caída de más del 50% en el precio del petróleo en catorce meses, además con una elevada volatilidad: la cotización se mueve con fuerza y rapidez con las noticias o informes, ya sea para subir y para desplomarse. Si este aspecto rige la estrategia de todo el sector, que está revisando de forma continúa sus proyectos e inversiones, afecta de especial manera a la empresa española al haber adquirido Talisman con una previsión de precios de crudo que no se está confirmando.

En este contexto, medios bursátiles estiman que la empresa que preside Antonio Brufau va a intentar convencer a los mercados y a las agencias de rating con un plan que enfatiza en las medidas de eficiencia, así como en la obtención de más liquidez que le puede permitir reducir deuda y pagar dividendos. Este último tema sigue siendo prioritario para los accionistas institucionales de la compañía que se sientan en el consejo, por lo que se mantendrá previsiblemente el scrip dividend, por el que los accionistas pueden elegir la remuneración en metálico o en acciones.

Y si bien en las últimas semanas el grupo ha realizado desinversiones por 1.000 millones de euros -la cifra anunciada después de la compra de la canadiense-, los mismos medios añaden que el plan de enajenaciones no ha concluido y que afectará a activos gasistas. Lo que parece que intenta evitar es la colocación, al menos en un porcentaje significativo, de su 30% de Gas Natural.    

El recorte de las inversiones en exploración y producción de hidrocarburos, en la medida que la marcha de los proyectos lo posibilite, será otra de las bazas para ahondar en la austeridad. En este contexto, Barclays espera que Repsol recortes de unos 1.500 millones de dólares en actividades exploratorias.

En esta línea, Repsol ha alcanzado un acuerdo con Armstrong para reestructurar sus intereses estratégicos y su participación en el desarrollo del proyecto North Slope, en Alaska. El acuerdo incluye una combinación de efectivo, control operativo, compromisos de inversión y ajustes contractuales por unos 800 millones de dólares (unos 703 millones de euros).

Y la petrolera acometerá en los próximos años una reducción en su plantilla en unos 1.500 empleados, el 6% de la actual.