El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, respondió en el último pleno del Congreso de control al Gobierno, a las preguntas del PSOE y de Izquierda Plural que la credibilidad de las cuentas del Reino para el año que viene está fuera de toda duda. “No tenga la menor duda de que se va a cumplir el objetivo de déficit”, dijo al diputado catalán de IP Joan Coscubiella. Y repitió el mensaje a la socialista Pilar Lucio. En ausencia del titular de Hacienda, Cristobal Montoro, quien se ha despachado en una entrevista en El Mundo sobre determinados “patriotas” de su partido, el ministro De Guindos anticipó la solidez del eje central de la campaña electoral del PP: la notable mejora de la economía española respecto a diciembre de 2011. “Vengo de la reunión del FMI y del G20 en Lima –dijo–, y la economía española es la que más crece de los países desarrollados”. Luego aportó el dato de que “crecemos al 3,5%” y afirmó que en 2016 seremos subcampeones en crecimiento, solo superados por Estados Unidos.

Puesto que la Comisión Europea ha ratificado la exigencia al Gobierno español de que ajuste el déficit público para cumplir el compromiso del 2,8% adquirido por España para 2016, lo que supone un jarro de agua fría a las previsiones presupuestarias de este año y para 2016, De Guindos minimizó la importancia del dictamen argumentando que sólo advierte “un riego de desviación” y asegurando que se va a conjurar porque “los ingresos crecen al 7% y la deuda y el paro van mejor”. En resumen: el Gobierno no modificará el Presupuesto antes de su aprobación definitiva en el pleno del martes, 20 de octubre, tras el que el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, firmará el decreto de disolución de las Cortes Generales y la convocatoria de elecciones para el 20 de diciembre.

Atacó la socialista Lucio por la línea de la credibilidad económica del Ejecutivo, pero pinchó en hueso porque De Guindos solo tuvo que echar mano de la última emisión de deuda (4.100 millones de euros al 0% a 12 meses y pagando para comprarla a seis meses) para demostrar que la credibilidad es superlativa, “nada que ver con lo que ocurría en 2011 y 2012”. Y tampoco la desviación del déficit en tres décimas este año es comparable con los tres puntos registrados sobre el 6% comprometido ante la UE el último año de la anterior legislatura. En este punto, De Guindos echó mano del librillo electoral para señalar que la credibilidad y la confianza estarían en riesgo con otro gobierno que no fuera del PP.

La conclusión política es clara: el mensaje dirigido a quienes votan con la cartera es el que interesa al PP y el que Rajoy y sus huestes van a agitar en la campaña electoral, con clara ventaja sobre el de la igualdad y la defensa de los derechos sociales frente a la voracidad del capital que lanzará el PSOE, Podemos e IU. El punto de equilibrio en el trato al capital y al trabajo intentará empuñarlo Ciudadanos. Pero ya veremos. De momento, la desviación del déficit público estimada por los expertos de Bruselas equivale a los más de 9.000 millones de euros de reducción del IRPF, rentas del capital y sociedades que Rajoy subió en 2012 y que el Ejecutivo mantiene a sabiendas de que beneficia más a los que más ganan, de que las empresas del Ibex pagan más dividendos que impuestos, que el subsidio de desempleo, del que quitarán otros 5.000 millones en 2016, ya no cubre más que al 58% de los parados y de que, en fin, los ingresos de la Seguridad Social no crecen ni el 6,8% previsto ni el 3,5% del conjunto de la economía, sino el 1,5%, lo que inquieta a los pensionistas presentes y futuros, que también votan.