Se lo he contado ya algunas veces. Por lo general, los subidones no son la mejor forma de avanzar aunque pueda parecer lo contrario. Y mucho más si en esos subidones hay componentes que lastran, como es el caso del Ibex.

No seré yo el que loe la influencia del Ibex en el resto del continente, pero no me negarán que si el sector financiero español (que hace nada pasaba por ser el más solvente del mundo) está en boca de todos por culpa de una pandilla de irresponsables, el selectivo español es un lastre sobre el resto. Y si no carburan el Santander o el BBVA, tenidos entre los grandes, no de Europa sino del mundo, es lógico pensar que el sector financiero en general no se va a sumar a las subidas. ¿Subirá entonces la Bolsa? Habrña días que sí y otros que no, pero la tendencia no será positiva si la observamos con una perspectiva temporal algo más amplia que el día a día.

Pero no paran aquí los problemas. En el colmo del desastre, Portugal ha excedido todos los límites de déficit imaginables y ya no es un rumor. Es oficial. Deja a nuestros vecinos al borde del rescate, el tercero en la primera división de la UE porque no contamos episodios anteriores de antiguos países del bloque del Este. Y tampoco sienta nada bien este factor a nuestro sector financiero en particular y al europeo en general.

Total, que entre todos la mataron y ella sola se murió. Lo intentaron el Dax y el FTSE y se vieron desbordados por los acontecimientos. El único consuelo es que cuantitativamente ambos se dejaron ayer poco, un 0,22% y un 0,16%, respectivamente, lo que deja algo de margen al optimismo, pero si ya pasamos la barrera de los poderosos encontraremos al CAC parisino bajando un 0,88% y a nuestro cochambroso Ibex sufriendo y penando con una caída del 1,45%. Esperemos que al otro lado del Atlántico despejen algo sus dudas, porque el tramo superpuesto a la sesión europea fue de lo más errático. Si no las depejan, lo lógico sería que mañana más de lo mismo y es posible que para unos cuantos días.