Una boda feliz: ejercicio de risoterapia en el teatro Reina Victoria

04/11/2015

Lucía Martín. Si reírse es hoy casi un acto de rebeldía, vayan a rebelarse, y bien, con esta obra en el teatro Reina Victoria de Madrid. Les hará llorar, pero de alegría.

Removerse de forma inquieta en el asiento, dar grandes bostezos o lo peor, quedarse dormido y roncar. No sabemos si alguna vez le ha pasado lo anterior en el asiento de un cine o de un teatro o si quizás ha tenido el “privilegio” de vivirlo cerca. Indudablemente, son signos inequívocos de que la obra, o la película, resultan un tostón. Y lo que sí podemos decirle de la obra objeto de este artículo es que a usted, en ningún momento, le sucederá nada de esto. Uno va a Una boda feliz para reírse, o al menos eso espera cuando compra su ticket, y se ríe pero no porque lo digamos nosotros, aunque también. Es la tercera temporada de la obra en cartel (comenzó en 2013) y cuando llevan tantas funciones encima del escenario, por alguna razón será…

¿Cuál es la historia? Sin querer desvelar mucha información, Enrique (Txabi Franquesa), casi un soltero por vocación, un día recibe la noticia de una herencia de una tía que solo impone una condición para cobrarla: casarse. A uno de sus amigos (Manu Badenes) se le ocurrirá la idea de simular un matrimonio gay con otro amigo del grupo (Agustín Jiménez). Y así deberán aguantar un año para poder cobrar el jugoso dinero pero las cosas se lían, como en toda buena comedia. Y hasta aquí podemos leer.

10628359_867917683267924_335180164540644076_nLa obra se inspira en la comedia de boulevard francesa (en este caso en Le Gai Mariage) que cuenta cosas que le pasan a la gente de la calle, quizás eso explique la extraordinaria conexión con el público: “Para mí la razón por la que lleva tanto tiempo en cartel es porque conecta maravillosamente con el público. La obra te somete a un ejercicio de risoterapia sin pausa, el ritmo es endiablado y no da tregua, y las situaciones imprevistas van tejiendo una madeja en la que el espectador va por delante, conoce lo que sucede antes que los personajes y ello le permite disfrutar enormemente del enredo. De algún modo, es como ver una sitcom en directo», comenta Manu Badenes, el actor que da vida a Roberto.

Así que si quieren reírse, porque ya se sabe que la risa endulza el alma y nos hace ver las miserias bajo otro prisma, dejen el mando de la tele encima de la mesa, vístanse para la ocasión, o no, y vayan al madrileño teatro Reina Victoria a ver Una boda feliz. No se arrepentirán.

 

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