Fisioterapia, aliada contra el dolor

28/10/2010

Ángeles Sáez de la Fuente. Fisioterapeuta de Alfisio.

El dolor se ha convertido en el compañero de viaje de muchas personas. Es frecuente encontrarse con gente que prefiere tener algún tipo de dolor, que empezó de manera leve, intermitente, que desaparecía y reaparecía hasta que queda instaurado de manera permanente. En otras ocasiones el dolor lo provoca algún tipo de traumatismo: esguinces, contusiones, caídas, etc. que tras haberse hipotéticamente curado, dejan tras de sí un dolor residual que nos acompaña durante meses.

Comienza el peregrinaje por médicos, pruebas, etc. para terminar siempre en lo mismo, analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares, y el dolor continua ahí.

El origen de ese dolor, en muchas ocasiones, es consecuencia de malas posturas, del estrés cotidiano, de un mal gesto realizado, que hace que nuestros músculos alcancen un grado de tensión que termina descompensando nuestro equilibrio y produciendo dolor. Lo que en un principio es una simple contractura muscular puede degenerar en tendinitis, protusiones discales, fascitis, etc, por el estrés al que se ven sometidas las estructuras relacionadas: articulaciones, discos intervertebrales, tendones, ligamentos, etc.

Por eso se hace imprescindible acudir al fisioterapeuta. La intervención precoz sobre esos pequeños dolores que aparecen en el cuello, la zona lumbar, el hombro, el codo, etc. evitarán que se hagan crónicas.  Es importante restaurar el equilibrio muscular en esas primeras fases. Una medida meramente analgésica solo enmascarará el problema sin resolver la causa, dando lugar a que el dolor se vuelva a manifestar.

El fisioterapeuta, tras una exploración y valoración rigurosas, elegirá la terapia física más adecuada: masaje, estiramientos, ejercicio, osteopatía, kinesiotape, calor, corrientes o relajación, entre otras técnicas. Todas en busca del objetivo; encontrar la causa del desequilibrio, que no siempre está en la zona donde se manifiesta el dolor. Por ejemplo, una fascitis plantar puede tener su origen en una contractura en la musculatura lumbar y viceversa.

Todo tratamiento consta de dos fases. Primero, intervención directa del fisioterapeuta, con un masaje, estiramiento, movilizaciones, etc. Segundo, pautar al paciente una serie de medidas para aplicar en su vida cotidiana y así evitar que el desequilibrio y el dolor reaparezcan.

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