No sé a cuento de qué viene tanta alegría: una cosa es que no repita y otra bien distinta es que se vaya.  Aguantar a Zapatero hasta el final de la legislatura implica otro año catastrófico en lo institucional y en lo económico -y van siete-. Si su permanencia no es buena para los suyos ¿por qué debemos cargar con él los españoles otros doce meses? Mantener un cadáver político al frente del Estado es inaceptable.

La manera de escenificar su retirada retrata claramente al personaje: ni siquiera tiene las agallas de dimitir, se limita a un repliegue a tiempo evitando la humillación de recibir un palizón histórico en las urnas: se larga como una rata, antes del hundimiento del barco. Para colmo desaparece para no perjudicar más al PSOE, no por el bien de España. Su legado es de sobra conocido por todos: el país hecho unos zorros, su partido al borde de una debacle electoral desconocida para el socialismo y nuestra reputación internacional equiparada a la de las repúblicas bananeras.

Zapatero ha sido la consecuencia del todo vale y cualquiera es válido en el tinglado de la partitocracia que nos mangonea: que se quite de en medio es necesario, pero demos un paso adelante, ¿y ahora qué? Si no atacamos el núcleo del problema jamás daremos con la solución idónea:la política nacional necesita una revisión integral comenzando por una limpia indiscriminada de zotes, aprovechados, patanes, caraduras, sectarios, analfabetos y corruptos. Nuestro sistema debe acometer una regeneración democrática, una reforma constitucional y una revisión de la Ley Electoral. La sociedad civil debe despertar de su letargo para influir con contundencia en el ámbito público. Lo contrario es pan para hoy, hambre para mañana. ¿Se larga el visionario? Pues muy bien, pero el horizonte venidero tiene poco de halagüeño: Rubalcaba y Chacón están tan podridos y maleados como él. Si damos el salto generacional nos encontramos con especímenes del calado intelectual dePajín y Bibi, poseedoras de esa presencia, esa elocuencia, ese culturón intergaláctico que nos deja epatados cada vez que abren la boca… Mientras en la mayoría de países occidentales solo es posible dar el salto a la política cuando has demostrado ser un triunfador y un fuera de serie en la esfera privada -esto ya no es patrimonio único de EE.UU., hace pocas semanas compartí desayuno con Piñera, Presidente de Chile, graduado en Ingeniería con honores, postgrado en Harvard, dueño de una gran fortuna fruto de su acertado olfato con las inversiones, los negocios y la gestión empresarial-. Igualito que por estos lares, repletos de trepas oportunistas que no han dado más palo al agua que acariciar el lomito del que les convenía para ascender en el escalafón de las listas electorales, sujetos que jamás serían contratados en una compañía de prestigio ni como botones, ineptos que ningún directivo seleccionaría ni borracho para sus equipos de trabajo. Mientras no seamos capaces de liderar una revolución socialque traiga como consecuencia una designación de candidatos de mérito, mientras no impongamos una verdadera democracia interna en las formaciones políticas que sea espejo de una democracia real en la organización del Estado, mientras no limitemos los mandatos por ley en todas las administraciones públicas, corremos el riesgo de ir topando con réplicas de Zapatero en los sucesivos Gobiernos de España.

Si no espabilamos, puede que dentro de poco tiempo tengamos a un José Luis risueño restregándonos por las narices aquello de “otros vendrán que bueno me harán”. Rogando que semejante calamidad no llegue a ocurrir -en nuestras manos queda poner remedio y adueñarnos del futuro que está por venir- ahí va mi cariñosa despedida para el todavía Presidente: que tanta paz encuentres como bienestar nos dejas…

Twitter: @CarmelaDf