La dignidad de la marginalidad

18/12/2015

Miguel Ángel Valero. La mirada de Paz Errázuriz se posa en la indigencia, en la prostitución (masculina y femenina), en el psiquiátrico, en la ceguera, en las etnias agonizantes.

Paz Errazuriz 13._ Fuerzas Especiales, de la serie Protestas, 1986La labor fotográfica de Paz Errázuriz comienza con la Unidad Popular de Salvador Allende que, gracias a la CIA, deja paso a la dictadura fascista de Pinochet. En 1981, un año después de realizar su primera exposición (‘Personas’), funda la Asociación de Fotógrafos Independientes. Retrata las huelgas, las manifestaciones, y la feroz represión. También las actividades de Mujeres por la vida, retratando en Mujeres de Chile (1992) las vidas de las que nunca salen en los medios de comunicación: una maestra rural, una buzo, una recolectora de carbón, lo que en Chile llaman chinchorrera).

Todo eso y más se puede ver en la exposición sobre la fotógrafa chilena, hasta el 28 de febrero en la Sala de Exposiciones de la Fundación Mapfre (Calle Bárbara de Braganza, 13, Madrid).

Paz Errazuriz 1._ V, de la serie los dormidos, 1979Lo que más llama la atención es la naturalidad con la que retrata a la marginalidad. Las fotografías muestran personajes llenos de dignidad. Eso se percibe sobre todo en la serie ‘Los dormidos’, llena de individuos viviendo a la intemperie, lo que contrasta con las imágenes de las mujeres que exhiben su riqueza en los barrios de Las Condes o La Dehesa de Santiago de Chile.

Paz Errázuriz lanza una mirada crítica a la infantilización social de los ancianos, con imágenes que se enfrentan al tabú de la desnudez (serie ‘Cuerpos’) o al de las personas desantendidas por sus propias familias y abandonadas en Putaendo, un psiquiátrico a 200 kilómetros de Santiago, pero que logran desarrollar lazos humanos basados en la ternura, en los abrazos (‘El infarto del alma’, ‘Antesala de un desnudo’).

Sorprendentes son las imágenes que muestran las fotos y otros elementos decorativos que las familias colocan en las tumbas para evocar al muerto (serie ‘Memento Mori’).

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Quizás lo más llamativo sean sus trabajos sobre la prostitución: la masculina (serie ‘La manzana de Adán’, de 1990) y la femenina (‘Prostíbulos’, 1999-2002; ‘Muñecas, Frontera Chile-Perú’ 2014).

Pero a mí me han gustado sobre todo las fotografías de invidentes, ‘Ceguera’ (iniciada en 2003), que desmonta el mito de su aislamiento; y ‘La luz que me ciega’ (2010), sobre una familia aquejada de acromatopsia (una enfermedad congénita que hace ver la realidad en blanco y negro).

Y son poderosas las fotografías de los archipiélagos de la Patagonia occidental (1992) y de la comunidad, también en vías de extinción, que vive del molusco (cholga, en chileno) y de la confección de cestos hechos con junquillos.

El mundo del boxeo, de la lucha libre, del circo también son objeto de la mirada crítica de Paz Errázuriz, que muestra la derrota, el cansancio, el agotamiento, la precariedad, el nomadismo.

La muestra se cierra con un trabajo muy original: fotos de estatuas de los grandes museos internacionales centradas en la zona genital, donde sólo hay una cavidad o los restos de un pene extirpado (‘Exéresis’, 2004).

 

Entre julio de 1986 y diciembre de 1990 fotografía a su hijo Tomás una vez al mes, mostrando la huella del cambio y los accidentes de la vida, que se perciben también en el video ‘Un cierto tiempo’ (2004).

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