El futuro de Rajoy, en manos del PSOE

21/12/2015

Luis Díez.

El presidente del Gobierno en funciones y candidato del PP a la investidura para seguir gobernando otros cuatro años ha comenzado su nueva etapa, tras el batacazo del 20D que le llevó a perder 63 escaños, con unos prejuicios o juicios previos contra los nacionalistas catalanes y vascos que no auguran nada bueno. Desde luego no va a pedir el apoyo a quienes quieren “romper España”, lo que, de paso, engloba a Podemos. Con ese planteamiento ante la nueva aritmética parlamentaria surgida de las urnas, ya puede dar por supuesto que no será investido en la primera votación, para la que se exige la mayoría absoluta (176 votos), y que la segunda votación, que reglamentariamente tendrá lugar en el Congreso de los Diputados dos días después, dependerá de la decisión del PSOE de abstenerse o votar en contra. Les cuento.

El 13 de enero se celebrará, según lo previsto, la constitución de las nuevas Cortes Generales. Los diputados jurarán o prometerán defender la Constitución, después elegirán a los miembros de la Mesa de la Cámara. En esa negociación se verá la voluntad del PP de aceptar la nueva pluralidad. En el plazo de una semana se constituirán los grupos parlamentarios, nombrarán sus portavoces y distribuirán sus efectivos en las distintas comisiones. Si Podemos y sus coaligados mantienen su esquema, formarán cuatro grupos parlamentarios: el de Pablo Iglesias Turrión propiamente dicho y los de las coaliciones con Compromìs en la Comunidad Valenciana, con IU, Anova y las mareas en Galicia, y con ICV-IU en Cataluña. Los demás partidos con grupo propio serán PP, PSOE, C’s, ERC, CDC y PNV. Si a ello añadimos el Grupo Mixto con 2 diputados de IU, 2 de Bildu y 1 de Coalición Canaria, el resultado es una Cámara con once grupos parlamentarios.

A partir del 20 de enero, la Mesa pondrá fecha a la sesión de investidura, que podría comenzar el lunes, 26 y terminar el viernes, 30 de enero. Rajoy necesita 176 votos para salir investido en la primera vuelta. Aunque los 40 diputados de Ciudadanos (C’s) sumaran sus votos positivos a los 123 del PP, el resultado sería insuficiente. En la segunda vuelta, 48 horas después, le bastaría con la mayoría simple, es decir, con conseguir más votos afirmativos que negativos. Y es aquí donde la abstención de los 90 diputados del PSOE será determinante. Si los socialistas, capitaneados por Pedro Sánchez, votan abstención y los 40 de C’s hacen lo mismo, los votos contrarios de Podemos (69), IU (2) y los nacionalistas (ERC 9, CDC 8, PNV 6 y Bildu 2) sumarán 96, muy por debajo de los 123 del PP. Ergo Rajoy saldría investido y podría formar nuevo gobierno.

Pero si el PSOE vota en contra, Rajoy quedaría fuera de juego y tendría que ser otro candidato quien intentara la investidura en el plazo máximo de un mes. Las matemáticas son propicias a la suma del PSOE, Podemos, IU y los nacionalistas catalanes y vascos. Estaríamos ante la famosa “coalición de perdedores” que el propio Rajoy anunció en plan negativo durante su campaña electoral, aunque metió en el saco a C’s, con el desenfoque propio de las encuestas, y le llamó “tripartito de perdedores”. La conjunción de socialistas, podemistas y nacionalistas tendría sentido para abrir un proceso de reforma constitucional en el que se incluyesen en el capítulo de derechos fundamentales la sanidad, la alimentación, la igualdad de trato a mujeres y hombres y otros servicios fundamentales para garantizar la dignidad del ser humano. También tendría sentido para configurar el nuevo mapa territorial de acuerdo con las nacionalidades y regiones que conforman el Estado español.

Sin embargo, lo primero que el presidente del PP, Rajoy, ha hecho ha consistido en aferrarse al inmovilismo y advertir a sus adversarios de que la Constitución no se toca, lo que, en pocas palabras significa que los mismos problemas serán conducidos a los mismos callejones sin salida de la derecha de toda la vida. Y por si a los adversarios políticos no les queda claro, ha recordado que la minoría de bloqueo de cualquier reforma es suya y que cuenta con mayoría absoluta en el Senado. No por ese prejuicio inicial la nueva etapa que, quiera Rajoy o no, han abierto los españoles será menos apasionante y convertirá al Parlamento en el centro de la vida política. Se acabó la prepotencia, el “aquí mando yo” y el decretazo. La negociación y el acuerdo deberán ser el pan nuestro (el suyo) de cada día.

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