Amianto: la lana de la salamandra

11/04/2011

diarioabierto.es.

Giampiero Rossi cuenta en Madrid la historia de Casale Monferrato, un pueblo italiano del Piamonte.  Nos presenta su libro La Lana de la Salamandra, en unas Jornadas sobre el Amianto organizadas por CCOO de Madrid.

Giampiero es periodista, escritor, italiano Periodista de L’Unitá, el diario más cercano a los trabajadores.  Un jueves, una tarde libre, invitado por los sindicalistas de Casale Monferrato, en el Piamonte italiano, acude a una reunión del Comité de Victimas  afectados por el amianto en el pueblo.

Tumores, cáncer, enfermedades.  La fábrica que causa esas enfermedades cerró hace 20 años, pero ahora sigue muriendo gente.  La lana de la Salamandra recorre la historia de las muertes y de las vidas marcadas por el amianto, en una localidad como Casale Monferrato, donde se instala, en 1906, la empresa  Eternit,  que trabaja con amianto.  Durante años, décadas, el pueblo creció.  El empleo en Eternit,  la economía  crecían de forma directamente proporcional a la aparición de cada vez más problemas de cáncer de pleura.  Es lo que tiene el amianto, resiste al fuego, pero el precio es morir de cáncer, más adelante.  Casi 3.000 víctimas, una tras otra, en Casale Monferrato.  Mujeres como Romana Blasotti que han visto morir al padre, al marido, al hijo, a la hija, al nieto.  Muertos por el amianto.  Por trabajar con el amianto, por convivir cada día con el amianto, por viajar en vagones con amianto, por vivir en casas que aíslan las conducciones con amianto, o en las paredes.

Dolorosa lucha, dolorosa vida, de las gentes que viven la encrucijada de tener hoy empleo, trabajo, salario, recursos, a cambio de que el cáncer  exija la vida tuya, la de tu mujer, tus hijos, más adelante.

Eternit, la empresa, tenía asesores jurídicos, legales, periodísticos, políticos.  Sabían lo que producían.  Sabían los daños que causaban, pero seguían adelante, impasibles.

En Turín, en los Juzgados, los habitantes de Casale Monferrato, esperan que la justicia repare los daños que tengan reparación, castigue a los causantes, indemnice a las víctimas y sus familiares, limpie del territorio.

Giampiero sintió un día “Esta historia hay que contarla”.  El amianto ha matado, mata, seguirá matando.  Países como Canadá exportan amianto, aunque prohíben su uso.  Países como Brasil ,mantienen sus minas abiertas.

La lana de la Salamandra describe una lucha por la vida.  Marco Polo, Plinio el viejo ya describían el amianto como similar a esa capa de lana que protege a la Salamandra y la permite atravesar el fuego sin consumirse.

50.000 personas pueden morir en España a causa del amianto, de su trabajo, de su contacto con el amianto en cualquier momento de su vida, aunque fuera hace 30 ó 40 años.

Una lucha, una tragedia, encarnada en una mujer con cuyas palabras culmina el libro, Romana Blasotti Pavesi: “Me gustan con locura los niños pequeños, cuando veo uno dejo de razonar y sólo quiero ponerme a jugar”.  Una reivindicación de la vida y la alegría, frente al horror y la tragedia.  Voluntad de vivir, voluntad de luchar.

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