El restaurante de Revilla

28/10/2010

María José Sañudo y Carmen Duerto.

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, será recordado por su pasión por las anchoas, por la incontinencia verbal que todos le agradecemos, por visitar en taxi al presidente del Gobierno y por habernos dado a conocer el restaurante Tonino.

El lugar era una casa de comidas en Monte, en las afueras de Santander capital, que empezó como un bar de rabas, amplió por la huerta y como le dejen se acabará quedando con toda la zona. El alma del lugar se llama Tonino, un personaje peculiar y sagaz. No hay celebración o acuerdo del presidente Revilla que no acabe en Tonino. Que nadie espere encontrar un lugar lujoso o aparatoso. Es una casa de comidas con un producto de mercado excelente. El dueño leonés ha sido pescadero antes que fraile y eso se nota en la comanda. Por supuesto que la carne es exquisita, pero el fuerte está en los productos del mar. Ahí, Tonino es insuperable. Sus almejas no se han visto más grandes en toda la comarca, la cigalitas parecen vivas de lo frescas que están, las rabas espectaculares y ya es decir en una comarca que las bordan. Todo acompañado de una carta que merece ser guardada en el bolso. Unos ripios detrás de otros, obra del dueño. Por ejemplo, al Ministro de Fomento, José Blanco, después de firmar el 11 de agosto el acuerdo sobre la llegada del tren AVE, le preparó una tarta con AVEllanas con la siguiente puntualización “El postre es plato casi obligado por la casa hasta que nos faciliten unas nuevas vías para cambiarlo”. Guasa no le falta al dueño.

Y como muestra de que no exagero, una paisana cántabra, María José Sañudo, relata su experiencia:

«Al señor TONINO lo visité el 15 de septiembre con mi familia para celebrar mis últimos 20 años de estado civil. Me gustó muchísimo el sitio. Es una maravilla el jardín, el comedor no lo vi, ni pienso. He decidido que ese es un sitio para ir a comer con calor. Si yo viviera en Monte iría todos los domingos a tomar rabas, que mucha gente se subía allí, tomaba el aperitivo y se iban sin comer, solo por el placer de disfrutar de la terraza. Luego tiene su punto, mi hijo que no sabía nada de la relación Revilla/Tonino, flipaba con las fotos de Zapatero, Magdalena Álvarez, Buenafuente, etc.»

«Comimos: rabas buenísimas y abundantes, unas almejas que no he visto nunca más grandes y mollejas, cigalitas para empezar. Luego, Fredi se pidió carne y yo un rodaballo a la plancha, todo buenísimo. No me gustaron los postres, sus nombres tardé más en leerlos que en zampármelos. Yo me pedí un flan y era más largo el nombre que el flan. Creo que es un poquito caro para mi bolsillo, mejor dicho una clavada. Aunque para un día especial, se puede gastar. Deberían mejorar los postres, mucho titular y poca especialidad.»

Restaurante Marino Tonino. La Torre, 86. Monte -39012 Santander.

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