La presentación oficial la pasada semana al comité de la banca acreedora del plan industrial, centrado en alcanzar la viabilidad del grupo sin realizar desinversiones capitales para su futuro, ha sido un paso para conocer los objetivos de la dirección de la tecnológica. Si bien, sus interlocutores, entre ellos el G-7 -formado por Santander, BBVA, Bankia, Popular, Sabadell, HSBC y Crédit Agricole-, estiman que no podrán tomar decisiones hasta conocer de forma integra el programa financiero.

Y, aunque el tema de la deuda y su solución ha estado encima de la mesa de conversaciones continuas que mantienen toda las partes implicadas, así como las que protagonizan sus asesores respectivos, el comité espera tener el plan en sus manos en la reunión que está programada para este martes o el miércoles.

Del informe financiero, que deberá contar con el mapa de la deuda total del grupo -no sólo la corporativa que se eleva a 9.000 millones de euros-, depende la negociación del plan de negocio, aunque ambos estén relacionados entre sí.

El plan debe cuantificar la deuda que Abengoa puede asumir, es decir, la que será sostenible con la nueva dimensión que contará el grupo. Las cifras restantes se repartirán entre el endeudamiento que se pueda cancelar con las desinversiones y la deuda capitalizable por el conjunto de acreedores. Abengoa prevé centrarse en las áreas de ingeniería y otros proyectos tecnológicos, pero cedería sus participaciones en plantas energéticas en Estados Unidos, Brasil y otros países.

Según medios consultados la compañía no ha renunciado a que los acreedores aceptan quitas, llegaron a cuantificar en 6.000 millones el endeudamiento que deseaban reducir frente a los 9.000 millones actuales, mientras que ahora se habrían recortado su petición a unos 3.000 millones. No obstante, la banca sigue sin tener entre sus coordenadas quitas en la deuda.