Llamando al lobo

12/04/2011

Miguel Larrañaga. 12-04-2011

– ¿Buenas, es el lobo?

Que digo yo que si podría venir un rato a pasearse por las Bolsas

El lobo contestó que sí y estuvo todo el día asustando a propios y extraños en los parqués mundiales. Primero estuvo por Asia, luego se trasladó a Europa y finalmente dió un salto al charco y se presentó en Wall Street. Ya no sé cuántas veces han llamado al lobo por los más diferentes motivos y lo cierto es que deben tener un rollito con él, porque acude siempre presto a la llamada.

No se crean que es el cuento de Caperucita Roja en versión bursátil. Tampoco es una historia de aquellas geniales que contaba el maestro Gila. Es la realidad misma. Ya les he contado varias veces que la subida en vertical me mosqueaba sobremanera y que los dedos se me hacían huéspedes. En definitiva, que echaba de menos un segundo tramo a la baja. Pues parece que a costa de la elevación del nivel de alerta nuclear en Japón hasta el grado 7, con sólo el precedente de Chernobil en la misma escala, ha sido el motivo más a mano que han tenido.

Pongamos las cosas claras. Lo de Japón es serio, muy serio. Pero no me negarán que no era serio cuando esto subía como un cohete. Esto es como lo del petróleo. Cuando la Bolsa se desploma, es una buena excusa decir que está muy caro, pero que uno sepa ha seguido subiendo a buen ritmo mientras las Bolsas subían y nadie se acordó de él. Pues con Japón exactamente lo mismo. Nadie en su sano juicio cree que cuando ha pasado menos de un mes y Japón ha sufrido terremotos prácticamente a diario la situación va a estar controlada, pero tampoco nadie en su sano juicio hubiera apostado el 18 de marzo porque un mes después no hubiera saltado por los aires toda la central.

Por tanto, si lo de Japón era para hundir los mercados, no había razón para levantarlos después como los han levantado, ergo me faltaba un segundo tramo a la baja que tiene toda la pinta de que va a producirse ya. El problema será saber hasta dónde va a llegar porque mucho me temo que los resultados empresariales del primer trimestre no van a ser para tirar cohetes y que las previsiones para final de año van a ser rebajadas de forma casi constante por parte de las grandes empresas, así que agarrense que pueden venir curvas bastante cerradas.

Y una vez establecido todo lo anterior, debo admitir que si algo me gustó de la caída generalizada fue la intensidad. Después de ver mucho mercado, prefiero las caídas vertiginosas y con volumen que los lentos goteos exasperantes que parecen no terminar nunca. En las grandes caídas se retratan todos. los cobardes huyen, los valientes aguantan y los grandes compran baratom cuando estiman que se ha llegado al nivel adecuado. Y si para ello tienen que azuzar un poco el miedo, pues lo azuzan, que son auténticos maestros.

La segunda cosa que me gustó fue el Ibex. El selectivo español resistió todo lo que pudo y un poco más, perom poco pudo hacer cuando el rodillo bajista de la apertura de Wall Street se puso en marcha. Aguantó a un Dax en su peor versión, a un CAC de desastre y a un FTSE tocado además por un dato de inflación sorpresivamente malo en el Reino Unido. Pero llegó agotado a la hora de la verdad, las tres y media de la tarde, y se dejó llevar empeorando el perfil a última hora. Eso sí, lo empeoró de forma notable. En definitiva, que lo mejor que le pudo pasar a los mercados fue cerrar a su hora con las pérdidas de rigor. A ver si mañana se lo han pensado mejor y corrigen el rumbo aunque sea un poquito.

El Dax cayó nada más y nada menos que un 1,42% y aún así no fue el peor, dudoso honor que corresponde al CAC francés con un 1,54%. El FTSE, habitualmente menos extremo en sus reacciones, se dejó un 1,47% y el Ibex resistió como pudo perdiendo un 0,86% .

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