Con la aceptación por parte del todavía primer accionista de Abengoa, Felipe Benjumea, de las líneas básicas del reparto del capital de la sociedad que surgirá tras el acuerdo con los acreedores, se ha dado un paso que podría evitar que el grupo entre en suspensión de pagos. Benjumea, que ya no participará en las reuniones clave sobre el futuro de la compañía, ha aceptado que su sociedad Inversión Corporativa se quede tras el citado proceso en el entorno del 5% de las acciones, frente al 12,5% que solicitaba, aunque también llegó a pedir el 30%.
El camino queda ahora despejado para continuar las negociaciones con el objetivo de reestructurar la deuda de la compañía -además hay que añadir a la mesa los acreedores no financieros- y establecer el perímetro del nuevo grupo, lo que conlleva fijar objetivos de desinversiones o cierre de proyectos, así como de asunción de la deuda que pueda soportar. Pese a la complejidad de las actuaciones, medios consultados se muestran relativamente optimistas sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo de acreedores antes del 28 de marzo.
Y añaden que la fórmula de canje de la deuda en acciones -se va a capitalizar en el entorno del 70% de los 9.400 millones del total- es compleja, por sí misma y por la serie de garantías que se requiere para alcanzar un acuerdo. No obstante, en medios consultados se indica que las fórmulas de la conversión están ya perfiladas con los informes realizados por KPMG, si bien la final todavía no está concluida.
Pero si se logra una salida en línea a la que ahora se negocia, es decir, si los bonistas, de los que una parte están representados por Houlihan Lokey, están conformes con sus condiciones, se convertirían en los primeros accionistas de la nueva Abengoa, con una participación en el entorno del 55%, seguido de la banca (40%), mientras que el 5% restante quedaría en manos de los actuales socios. De la banca, la mayor exposición la tiene Banco Santander, con una deuda de 125 millones de euros. Los bonistas tienen una deuda cotizada en el entorno de los 4.500 millones.
Esto no significa que los tenedores de bonos, controlados por fondos de inversiones, de pensiones o aseguradoras, vayan a intentar tener un peso relevante en la gestión de Abengoa, aunque sí tendrán representantes en el consejo y previsiblemente algún experto en la dirección.
Sobre la mesa está también la inyección de los 1.130 millones hasta 2017, liquidez necesaria para que Abengoa ejecute su plan industrial, y al que los bonistas están dispuestos a aportar unos 1.000 millones de euros, todo en función de la participación en el capital que se le adjudique. Entre los principales bonistas están BlackRock, Centerbridge, Invesco, Värde, Sophic y DE Shaw.
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